En el marco del Año de la Vida Consagrada, convocado por el Papa Francisco desde el 30 de noviembre de 2014 hasta el 2 de febrero de 2016, el Obispo de Villarrica (Chile), Mons. Francisco Javier Stegmeier, reveló la razón que impulsa a los jóvenes a dejarlo todo para dedicar su vida entera a Jesucristo.
En declaraciones a ACI Prensa, Mons. Francisco Javier Stegmeier aseguró que se trata de "la gracia que le hace ver que Él es el Todo".
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La gracia, continuó Mons. Stegmeier, impulsa al joven "a amar a Dios con todo el corazón, con todo el ser, es decir, a darse por completo a quién es la razón de la propia existencia y, aún casi sin darse cuenta, experimenta que solo Él llena su vida".
Las declaraciones se dieron en el marco de Expo-Carismas 2014, organizado por la Diócesis de Villarrica para pedir al Espíritu Santo que suscite más vocaciones. En el evento participaron diferentes congregaciones religiosas, colegios, parroquias, jóvenes y familias.
Con stands informativos y presentaciones artísticas y musicales, los participantes del evento pudieron conocer y experimentar la alegría de responder a la vocación religiosa.
Mons. Stegmeier señaló además que "la gracia de la vocación religiosa y sacerdotal es la llamada a dejarlo todo por Cristo y entregarse a Él de un modo exclusivo. El amor del Corazón de Jesús es origen, sustento y plenitud de la vocación y del amor sacerdotal y religioso".
El Obispo agregó que la riqueza de la vocación sacerdotal y religiosa para la Iglesia consiste en la "fidelidad por amor a la voluntad de Dios".
"En el aquí y ahora de la historia personal, Dios manifiesta de un modo misterioso, pero claramente, su voluntad. Hace ver a la persona qué camino debe seguir para alcanzar la vocación primera de salvación y vida eterna".
El Prelado subrayó que "en el caso de los jóvenes a quienes el Señor llama para ser sacerdotes o religiosas, les ilumina y les mueve con su gracia a entregarse totalmente, en cuerpo y alma, a Jesucristo".
El Obispo también reflexionó sobre el papel de los padres ante la inquietud vocacional de sus hijos e hijas hacia la vida consagrada o sacerdotal, y señaló que deben "abrirlos a Dios, a que lo conozcan, lo amen, busquen sinceramente conocer y realizar su voluntad".
"Los padres tienen el derecho y el deber de hacer ver a sus hijos la razón de ser de su existencia y la finalidad para la que han sido creados, que es algún día contemplar, amar y gozar de la Santa Trinidad en el Cielo".
Ese fin, indicó, "se alcanza a través de la fidelidad a la propia vocación. Por lo tanto, los padres tienen que poner a sus hijos ante el Señor, para que Él les muestre su voluntad y, conociéndola, la sigan por amor".