En este Segundo Domingo de Adviento, el Evangelio nos interpela radicalmente: «Ha resonado una voz en el desierto: Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos» (Lc 3, 4).
La “voz que resuena en el desierto” es la de Juan el Bautista, quien llama a la conversión e invita a los fieles a vivir alejados del pecado y preparar el corazón para recibir al Señor Jesús. Esa “voz” nos urge a reconciliarnos con Dios acercándonos al Sacramento de la Reconciliación (confesión).
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Sugerencia práctica
En la segunda semana, la Iglesia motiva a la reconciliación con Dios mediante la Confesión, la cual nos devuelve la amistad con el Señor, debilitada por nuestro pecado, y nos fortalece para no volver a pecar. Meditemos en el Evangelio de hoy y hagamos la ‘Oración familiar para el Segundo Domingo de Adviento’. En ella encenderemos la segunda vela de la corona.
Encender la segunda vela de la corona de Adviento es un hermoso signo que nos ayuda a recordar la urgencia de convertirse, de adherirnos cada vez más a Jesús rechazando el pecado.
Reúne a la familia y recen juntos la Oración familiar del Segundo Domingo de Adviento.
Lectura del Evangelio del Segundo Domingo de Adviento según San Lucas (Lc 3, 1-6)
En el año decimoquinto del reinado del César Tiberio, siendo Poncio Pilato procurador de Judea; Herodes, tetrarca de Galilea; su hermano Filipo, tetrarca de las regiones de Iturea y Traconítide; y Lisanias, tetrarca de Abilene; bajo el pontificado de los sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino la palabra de Dios en el desierto sobre Juan, hijo de Zacarías.
Entonces comenzó a recorrer toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro de las predicciones del profeta Isaías:
Ha resonado una voz en el desierto:
Preparen el camino del Señor,
hagan rectos sus senderos.
Todo valle será rellenado,
toda montaña y colina, rebajada;
lo tortuoso se hará derecho,
los caminos ásperos serán allanados
y todos los hombres verán la salvación de Dios.