Diversos medios de prensa señalaron ayer que se habían descubierto millones de euros "ocultos" en el Vaticano y atribuyeron esta "filtración" al Cardenal George Pell, Prefecto de la Secretaría de Economía, tratando de llevar polémica a la reforma financiera iniciada en el año 2010.
En un reciente artículo para el Catholic Herald, el Cardenal George Pell, Prefecto de la Secretaría de Economía, arrojó luz sobre el progreso hecho en las reformas de las finanzas del Vaticano, en la cual el Purpurado se encuentra a la vanguardia.
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"Es importante puntualizar que el Vaticano no está quebrado", escribió el Cardenal Pell. "Aparte de los fondos de pensiones…la Santa Sede está pagando a su manera, mientras que posee importantes bienes e inversiones".
Añadió que "de hecho, hemos descubierto que la situación es mucho más saludable de lo que parecía, porque algunos cientos de millones de euros estaban metidos en cuentas seccionales particulares y no aparecían en el balance general".
Mientras algunos podría tomar esto como una sugerencia de que las entidades vaticanas tenían "fondos negros", el P. Federico Lombardi, vocero de la Santa Sede, dijo a ACI Prensa el 5 de diciembre, que "el Cardenal Pell no habló sobre ilegal, ilícito o fondos mal manejados", sino de "fondos que no estaban en el balance oficial general de la Santa Sede o del Estado de la Ciudad del Vaticano", del cual "la Secretaría de Economía ha sido consciente en el curso del proceso de estudio y revisión de las administraciones vaticanas".
En la misma entrevista el Cardenal Pell explicó que "tres principios básicos están en el corazón" del trabajo de la reforma y estos principios "no son originales, y no es exactamente una ciencia espacial".
Primero, el Vaticano "debería adoptar los estándares contemporáneos de las finanzas internacionales, tanto como el resto del mundo lo hace". Segundo, "el Vaticano y los procedimientos deberían ser transparentes", con reportes financieros similares a los otros países, y "el estado financiero anual consolidado sería revisado por una de las cuatro grandes firmas auditoras". Y tercero, "dentro del Vaticano, debería haber algo parecido a la separación de poderes y dentro del sector financiero habría múltiples fuentes de autoridad".
Estos principios han dado lugar a la elaboración de un manual de gestión financiera, que racionaliza el procedimiento contable de todas las oficinas del Vaticano.
La formación de los empleados para llenar los nuevos procedimientos contables ha ya empezado, y se espera que los nuevos procedimientos entrarán en vigor en enero de 2015.
El P. Lombardi añadió que "como era sabido y se había explicado también públicamente por la Prefectura de Asuntos Económicos, que los balances consolidados de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano entregados al Consejo de los quince cardenales, no abarcaban de modo alguno al conjunto de las numerosas administraciones que dependen del Vaticano, sino solamente a las instituciones principales de la Curia y del Estado".
Es probable que el Cardenal Pell se refiriera a los tres balances independientes que no son incluidos en el balance general del Vaticano: Aquellos de la Secretaría de Estado, de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, y el de la Congregación para las Iglesias Orientales.
El Cardenal Pell explicó que las cuestiones de por qué las finanzas vaticanas habían estado en una pobre situación por un tiempo es "una de las primeras cosas que vendrían a nuestras mentes como angloparlantes…pero es algo que podría estar más abajo en la lista (de prioridades) de la gente de otras culturas, como los italianos", añadiendo que en la Curia "estuvieron siguiendo patrones" largamente establecidos.
La normalización de las finanzas del Vaticano comenzó en el 2010 con Benedicto XVI, recordó el Cardenal, con el establecimiento de la Autoridad de Información Financiera, una agencia "dedicada a prevenir y erradicar el lavado de dinero".
Indicó que el Papa Francisco ha continuado con este proceso de reformas y ya está bien encaminado, por lo que ya se pasó "el punto donde sería posible regresar a los 'antiguos días malos'. Queda mucho por hacer, pero las reformas estructurales básicas están en su lugar".
En varias partes del artículo, el Cardenal Pell señaló la importancia de los expertos financieros laicos en el proceso de reforma, destacando su novedad y su ayuda en la transparencia. En particular, un auditor general laico será nombrado el próximo año.
El Purpurado también destacó la continuidad del Instituto para las Obras de Religión (IOR), indicando que continuará siendo liderado "por un equipo de expertos laicos, creado por una comisión cardenalicia, pero no será técnicamente el 'Banco Vaticano', ya que trata con el dinero de las diócesis, órdenes religiosas y empleados vaticanos".
La Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, clarificó, será el tesoro del Vaticano, añadiendo que "continuará vinculando y cooperando con los bancos centrales".
Las inversiones, explicó, "serán hechas a través de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, controlada por un comité de expertos, el cual ofrecerá una gama de opciones éticas para invertir, con diferentes grados de riesgo y retorno, para ser seleccionados por agencias individuales tal como Congregación. La prudencia será la primera prioridad, más que altos riesgos y retornos, en orden de evitar pérdidas excesivas en tiempos de turbulencia".
"Los donantes esperan que sus donaciones sean manejadas eficientemente y honestamente", indicó, y así se financien las obras de la Iglesia, especialmente aquellas cuyo objetivo es proclamar el Evangelio y ayudar a las personas a superar la pobreza. "Una Iglesia para los pobres no debería ser pobremente administrada", señaló.