"Católicos y no católicos reconocen la eficiencia y sabiduría de la diplomacia vaticana, especialmente en situaciones críticas", afirmó Pedro Morandé, sociólogo de la Pontificia Universidad Católica de Chile, a ACI Prensa, quién se refirió a la figura del Nuncio Apostólico y su rol dentro de iglesias locales.
El 13 de octubre de este año, el Arzobispado de Santiago de Chile informó que la Nunciatura Apostólica en el país había solicitado las distintas declaraciones de los sacerdotes Berríos, Puga y Aldunate a distintos medios de comunicación, hecho que causó opiniones encontradas en cuanto las atribuciones del Nuncio en los asuntos concernientes a la Iglesia local.
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Frente a esta situación, Morandé aclaró que al igual que cualquier otro diplomático, "el Nuncio tiene la obligación de mantener informada a la Santa Sede, tanto de las acciones del Estado como de las de la Iglesia y sus respectivos protagonistas".
"Dada la revolución electrónica de las comunicaciones es cierto que, en general, la información se ha vuelto redundante. Pero para cualquier organismo es más confiable la información que llega a través de canales oficiales que la que se obtiene de fuentes comunes disponibles, la que generalmente es interesada", afirmó.
Además, señala el sociólogo, "las obras sociales y caritativas de las Iglesias locales son tan amplias y variadas que parece muy razonable que haya un sólo canal oficial de comunicación con la Sede Apostólica, haciendo primar el vínculo de comunión por sobre cualquier interés particular, por legítimo que parezca".
En cuanto a las responsabilidades del Nuncio Apostólico, Morandé señala dos principales: "La primera es representar al Estado Vaticano ante los Estados Nacionales, en ocasiones asumen también el papel de Decano del Cuerpo Diplomático acreditado en el país. La segunda función, es la de ser vínculo de comunión de la Iglesia local con la Santa Sede, lo que incluye elaborar las ternas para el nombramiento de los obispos, realizando las consultas correspondientes con discreción y diligencia".
Otro factor importante, según Morandé, es el rol que cumple el Nuncio Apostólico dentro de las diócesis que se encuentran alejadas de los centros de decisión política y administrativa, "ya que las visita a todas por igual, haciendo presente la cercanía de la Santa Sede con todas ellas".
Agrega que esto implica "conocer al clero de las Iglesias locales, tanto al secular como al religioso, del cual se escogerán los futuros obispos, como también las obras educacionales y caritativas de la Iglesia. Las visitas ad limina de los obispos se realizan cada cinco años. El Nuncio es, en cambio, la voz permanente de las Iglesias locales ante la Sede Apostólica".
Preguntado sobre la posibilidad de eliminar la figura del Nuncio Apostólico como algunos proponen, el sociólogo es tajante en responder que no encuentra razones para hacerlo, por el contrario, su importancia es reconocida según él no sólo por los católicos.
"Los Nuncios son funcionarios de carrera, que son destinados a distintos países del mundo y tienen, por tanto, una gran experiencia cultural y humana que les facilita ver los asuntos del país y de la Iglesia local dentro de sus respectivos contextos", observó.
Dentro de los desafíos que tienen las Nunciaturas como instituciones de Iglesia en el contexto actual, Morandé destaca la importancia de la formación intelectual y humana para poder palpar la realidad de cada país.
"El principal desafío que tienen ahora y siempre es tener Nuncios con la capacidad intelectual y humana de ver y escuchar los problemas eclesiales y del Estado donde sirven, y conocer al personal consagrado de todas las diócesis, especialmente de las más alejadas de los centros de poder".