El Papa Francisco tuvo un encuentro esta mañana con los dos mil miembros de la Federación de Organismos Cristianos de Servicio Internacional de Voluntariado (FOCSIV), que cuenta con proyectos en todo el mundo para responder al hambre y las guerras, y los alentó a seguir practicando la solidaridad con los más necesitados y combatir las nuevas formas de pobreza.
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"Hoy la pobreza ha cambiado de rostro y también entre los pobres hay gente con expectativas diferentes: aspiran a ser protagonistas, se organizan, y sobre todo practican esa solidaridad que existe entre los que sufren, entre los últimos", explicó el Pontífice.
Para el Papa todos estos voluntarios están llamados "a captar estos signos de los tiempos" y convertirse "en un instrumento al servicio del protagonismo de los pobres".
"Solidaridad con los pobres es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos en vez de apropiación de bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de un trabajo y una casa, la negación de los derechos sociales y laborales", indicó.
Pero, sobre todo, "la solidaridad es una forma de hacer historia con los pobres, evitando presuntas obras altruistas que reducen el otro a la pasividad'".
El Pontífice volvió a denunciar el sistema económico imperante que además hace daño a la naturaleza. A este respecto, el Papa sostuvo que "hay que reafirmar que la creación no es una propiedad de la que podemos disponer como nos plazca y mucho menos es propiedad sólo de unos pocos. La creación es un don maravilloso que Dios nos ha dado, para que la cuidemos y usemos para el beneficio de todos, con respeto".
En opinión de Francisco, "hace mucha falta testimoniar el valor de la gratuidad: ¡los pobres no pueden convertirse en una ocasión de sacar beneficio!".
Sobre el trabajo que estos voluntarios realizan en favor de la paz, el Papa sostuvo que es necesario "desarmar las mentes, acercar a las personas, construir puentes entre culturas y religiones'" y la fe contribuye a hacerlo '"también en los países más difíciles donde parece que la espiral de la violencia no deja el paso a la razón'".
"¡Cuántas personas son perseguidas a causa de su fe, obligadas a abandonar sus casas, sus lugares de culto, sus tierras, sus afectos! ¡Cuántas vidas rotas! ¡Cuánto sufrimiento, cuánta destrucción!" dijo.
No obstante, frente a todo esto, "el discípulo de Cristo no retrocede, no vuelve la cara para mirar de otra parte: se hace cargo de esta humanidad doliente, con cercanía y acogida evangélica".
El Papa también recordó una vez más su preocupación por los migrantes y refugiados que ''intentan dejarse a la espalda duras condiciones de vida y peligros de todo tipo".