Ante más de 400 mil personas reunidas en la Plaza de San Pedro, el Papa Juan Pablo II elevó esta mañana a los altares a la Madre Teresa de Calcuta. La declaró beata y la presentó como una enamorada de Jesús que con gran fe y profunda vida espiritual, se convirtió en "una verdadera madre de los pobres". La vida de la nueva beata, explicó el Papa, "es un testimonio de la dignidad y del privilegio del servicio humilde. Eligió ser no sólo la última, sino la sierva de los últimos. Como una verdadera madre de los pobres, se inclinó a los que sufrían diferentes formas de pobreza. Su grandeza reside en su capacidad de dar sin importar el coste, dar 'hasta que duela'. Su vida fue una vida radical y una valiente proclamación del Evangelio".
En su homilía, leída por Mons. Leonardo Sandri, sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaria de Estado del Vaticano, y el Arzobispo de Bombay, Cardenal Ivan Dias, el Pontífice expresó su agradecimiento personal a la Madre Teresa y su alegría por inscribirla "en el Catálogo de los Beatos".
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"Estoy personalmente agradecido a esta valerosa mujer, a quien siempre he sentido cerca de mí. Imagen del Buen Samaritano, se acercaba a cualquier lugar para servir a Cristo en los más pobres entre los pobres. Ni los conflictos ni las guerras lograban detenerla", señaló en su homilía.
El Papa destacó la defensa de la religiosa por los no nacidos. "Recuerdo, por ejemplo, cuando dijo al recibir el premio Nobel de la Paz: 'Si oís que alguna mujer no quiere tener a su hijo y desea abortar, intentad convencerla para que me traiga a ese niño. Yo lo amaré, viendo en él el signo del amor de Dios'".
Asimismo, aseguró que "con el testimonio de su vida, la Madre Teresa recuerda a todos que la misión evangelizadora de la Iglesia pasa a través de la caridad, alimentada en la oración y en la escucha de la palabra de Dios".
"Contemplación y acción, evangelización y promoción humana: la Madre Teresa proclama el Evangelio con su vida entregada por entero a los pobres, pero, al mismo tiempo, envuelta en la oración", señaló.
Según el Pontífice, "era al propio Jesús, oculto bajo la dolorosa apariencia de los más pobres entre los pobres, a quien se dirigía su servicio. La Madre Teresa pone de relieve el significado más profundo del servicio: un acto de amor hecho al que tiene hambre, sed, al extranjero, al que está desnudo, al enfermo, al prisionero se hace al propio Jesús".
"Reconociéndole a Él, ella se consagró con toda devoción, expresando la delicadeza de su amor esponsal. De esta forma, en total donación de sí misma a Dios y al prójimo, la Madre Teresa halló su gran realización y vivió las más nobles cualidades de su feminidad", aseguró el Santo Padre.
"Nuestra admiración a esta pequeña mujer enamorada de Dios, humilde mensajera del Evangelio e infatigable bienhechora de la humanidad. Honremos en ella a una de las personalidades más relevantes de nuestra época. Acojamos su mensaje y sigamos su ejemplo", pidió el Papa.