Al presidir la Misa por la Solemnidad de Cristo Rey, en la que canonizó seis nuevos santos de la Iglesia, el Papa Francisco recordó que para Cristo "reinar no es mandar, sino obedecer al Padre".
El Santo Padre señaló que "después de su victoria, es decir después de su Resurrección, ¿cómo Jesús lleva adelante su reino? El apóstol Pablo, en la primera Carta a los Corintios, dice: 'Es necesario que Él reine hasta que no haya puesto a todos sus enemigos bajo sus pies'".
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"Es el Padre que poco a poco ha puesto todo bajo el Hijo, y al mismo tiempo el Hijo pone todo bajo el Padre, y al final también Él mismo".
Francisco subrayó que "Jesús no es un rey a la manera de este mundo: para Él reinar no es mandar, sino obedecer al Padre, entregarse a Él, para que se cumpla su diseño de amor y de salvación".
"De este modo existe plena reciprocidad entre el Padre y el Hijo".
El Papa indicó que "el Evangelio nos dice qué cosa nos pide el reino de Jesús a nosotros: nos recuerda que la cercanía y la ternura son la regla de vida también para nosotros, y sobre esto seremos juzgados".
"Este será el protocolo de nuestro juicio", aseguró.
"La salvación no comienza en la confesión de la soberanía de Cristo, sino en la imitación de las obras de misericordia mediante las cuales Él ha realizado el Reino".
Francisco señaló que quien cumple las obras de misericordia "demuestra de haber acogido la realiza de Jesús, porque ha hecho espacio en su corazón a la caridad de Dios".
"Al atardecer de la vida seremos juzgados sobre el amor, sobre la projimidad y sobre la ternura hacia los hermanos. De esto dependerá nuestro ingreso o no en el reino de Dios, nuestra ubicación de una o de otra parte".
El Papa aseguró que "Jesús, con su victoria, nos ha abierto su reino, pero está en cada uno de nosotros entrar o no, ya a partir de esta vida – el Reino inicia ahora – haciéndonos concretamente prójimo al hermano que pide pan, vestido, acogida, solidaridad, catequesis".
"Y si verdaderamente amamos a este hermano o aquella hermana, seremos impulsados a compartir con él o con ella lo más precioso que tenemos, es decir ¡Jesús mismo y su Evangelio!".