El Papa Francisco recibió hoy en Santa Marta a los participantes en la Plenaria del Pontifico Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos que ha tenido lugar en Roma del 18 al 21 de noviembre bajo el tema "La meta del Ecumenismo: principios, oportunidades y desafíos en los 50 años de la Unitatis Redintegratio.
Durante su intervención, el Pontífice reconoció que "entre los cristianos estamos todos todavía divididos" y existen "diferencias sobre las nuevas cuestiones antropológicas y éticas que hacen más difícil nuestro camino hacia la unidad".
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Pero ante esta realidad "no podemos ceder al desaliento y la resignación, sino continuar confiando en Dios que pone en el corazón de los cristianos semillas de amor y unidad para afrontar con renovado vigor y hacer frente a los desafíos ecuménicos de hoy: cultivar el ecumenismo espiritual" y así "caminar juntos en el camino del Evangelio".
"En estos meses, encontrándome con muchos cristianos no católicos, o leyendo sus cartas, he podido ver cómo, a pesar de los problemas no resueltos que aún nos separan, hay un deseo generalizado y fuerte de caminar juntos, de orar, de conocer y amar al Señor, de colaborar en el servicio y en la solidaridad con los débiles y los que sufren".
El Papa dijo luego que "estoy convencido de esto: en un camino común, con la guía del Espíritu Santo y aprendiendo unos de otros, podamos crecer en la comunión que ya nos une".
En las palabras que el Pontífice dirigió en Santa Marta, recordó que la Unitatis Redintegratio coincidió con la promulgación de la Constitución Lumen Gentium y el Decreto de las Iglesias Orientales Católicas Orientalium Ecclesiarum. "Documentos que están "unidos entre ellos", explicó el Papa.
En estos años, "ha cambiado la actitud de nosotros los católicos hacia los cristianos de otras Iglesias y Comunidades Eclesiales" y ahora "pertenecen al pasado la hostilidad y la indiferencia que habían cavado zanjas aparentemente insalvables y producido heridas profundas, mientras sea iniciado un proceso de curación que permite aceptar al otro como un hermano o hermana, en la unidad profunda que nace del bautismo".
Para el Santo Padre, "este cambio de mentalidad, realizado gracias a la Unitatis redintegratio y a la acción ecuménica puede y debe penetrar siempre más a fondo en la enseñanza teológica y en la praxis pastoral de las diócesis, de los Institutos de vida consagrada, de las Asociaciones y de los movimientos eclesiales. En todos los fieles debe permanecer siempre viva la conciencia del compromiso que comporta la voluntad de Jesús expresada en su oración al Padre en la vigilia de la pasión: 'que todos sea una sola cosa'".
Desde la celebración del Concilio, han sido "muchos los frutos" que se han recogido. Según el Papa, han sido de extraordinaria importancia las traducciones ecuménicas de la Sagrada Escritura".
"Cristianos de diversas Iglesias y Comunidades eclesiales han trabajado juntas al servicio de la humanidad sufriente y necesitada, por la defensa de la vida humana y de su inalienable dignidad, la protección de la creación y contra las injusticias que afligen tantos hombres y pueblos", concluyó.