La historia de Don Fortunato Ciciarelli conmovió al Papa Francisco. Este sacerdote italiano quiso celebrar el 60 aniversario de su ordenación sacerdotal participando en la audiencia general del Pontífice, quien tuvo un hermoso gesto de afecto y agradecimiento.
Don Fortunato llegó a la Plaza de San Pedro como un peregrino más. Habían pasado seis décadas desde que el 3 de octubre de 1954 fue ordenado sacerdote, de modo que unos amigos le regalaron para celebrarlo una invitación a la catequesis del Papa Francisco en la Plaza de San Pedro.
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A sus 89 años de edad, Don Fortunato pasó uno de los días más felices de su vida. "¡El Papa me ha besado las manos! Ha sido una satisfacción enorme, fue conmovedor. ¡Imagínese, un Papa que te besa las manos!", explicó Don Fortunato en declaraciones a ACI Prensa.
Después de la sorpresa, el sacerdote aseguró que la emoción le impidió articular palabra. "El Papa me habló, pero yo estaba tan emocionado que no entendía nada", recuerda.
Don Fortunato pertenece a la "Obra Nacional del Medio Día de Italia", una red de orfanatos y otras estructuras de asistencia que acogen a los niños sin recursos económicos, fundada por los sacerdotes Giovanni Semeria y Giovanni Minozzi en 1919. Este anciano sacerdote ha dedicado toda su vida a la asistencia de niños abandonados. "Antes cuidábamos de los huérfanos de guerra, después a los hijos de trabajadores más humildes, y ahora suelen llegar niños que tienen padres, pero que por problemas de drogadicción o por otro motivos los abandonan", lamenta.
Ahora, Don Fortunato vive retirado en la casa de reposo "Madonna della Pace", en el municipio de Francavilla al Mare, donde asiste a otros ancianos.
"He conocido a nueve pontífices, el primero fue Pío XII, y ahora el último Papa me ha besado las manos. Francisco es extraordinario. Lo necesitamos en este momento para renovar la Iglesia en lo que es el apostolado exterior, porque hasta ahora todo giraba un poco alrededor del Vaticano, y no, el Papa sale de la Iglesia, va hacia las periferias", concluyó.