En la homilía de la Misa de este jueves en la capilla de la Residencia Santa Marta, el Papa Francisco ha querido explicar cómo es el Reino de Dios al que está llamado todo cristiano.
El Santo Padre dijo que el Reino de Dios "crece cada día gracias a quien lo testimonia sin hacer 'ruido', orando y viviendo con fe su empeño en familia, en el trabajo y en su comunidad de pertenencia".
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"En el silencio, quizá de una casa donde se llega a fin de mes con medio euro solamente y aún así no deja de rezar y de cuidar a los propios hijos y los propios abuelos". Precisamente "allí es donde se encuentra el Reino de Dios, lejos del clamor, porque el Reino de Dios no atrae la atención exactamente como no la atrae la semilla que crece bajo tierra", ha destacado el Papa.
La homilía que el Pontífice ha pronunciado sobre el Reino de Dios estaba enmarcada en la pregunta que Jesús hace a sus discípulos y la respuesta de ellos acerca de este tema en el Evangelio de San Lucas: "¿Cuándo vendrá el Reino de Dios?"
Jesús, en esta ocasión, responde que "vendrá un día en el que os dirán: 'aquí está', o 'allí está'; no os vayáis, no lo sigáis". Tomando como referencia este versículo del Evangelio, el Santo Padre precisó que "el Reino de Dios no es un espectáculo. El espectáculo muchas veces es la caricatura del Reino de Dios".
"El Señor nunca dice que el Reino de Dios es un espectáculo" porque "¡es una fiesta! Pero es diferente. Es fiesta, cierto, es bellísima. Una gran fiesta. Y el Cielo será una fiesta, pero no un espectáculo". Sin embargo, "nuestra debilidad humana prefiere el espectáculo", indicó.
A veces "el espectáculo es una celebración -por ejemplo, una boda- en la que se presenta la gente más que para recibir un sacramento, para hacer un espectáculo de moda, a hacerse ver, la vanidad". A diferencia de esta actitud, "el Reino de Dios es silencioso, crece dentro. Lo hace crecer el Espíritu Santo con nuestra disponibilidad, en nuestra tierra, que nosotros debemos preparar".
El día que llegue el Reino "hará ruido" porque "lo hará como el relámpago, iluminando, que brilla de un lado al otro del cielo. Así será el Hijo del hombre en su día, el día que hará ruido. Y cuando uno piensa en la perseverancia de tantos cristianos, que llevan adelante la familia -hombres, mujeres- que cuidan de sus hijos, cuidan de los abuelos y llegan al final de mes con medio euro solamente, pero rezan, allí está el Reino de Dios, escondido, en esa santidad de la vida cotidiana, esa santidad de todos los días", apuntó el Papa. De la misma manera, "el Reino de Dios no está lejos de nosotros, ¡está cerca!"
No obstante, la llegada del Reino estará precedida de un tiempo de sufrimiento y dificultad: "Antes es necesario que sufra mucho y sea rechazado por esta generación". Lo que quiere decir, que "también el sufrimiento, la cruz, la cruz cotidiana de la vida, la cruz del trabajo, de la familia, de llevar las cosas adelante, esta pequeña cruz cotidiana es parte del Reino de Dios".
El Papa Francisco ha centrado la última parte de la homilía en la necesidad de pedir la gracia necesaria al Señor para "cuidar el Reino de Dios que está dentro de nosotros con la oración, la adoración, el servicio de la caridad, silenciosamente" y ha recordado que una de sus virtudes fundamentales es que es "humilde, como la semilla: humilde pero es grande, por la fuerza del Espíritu Santo".
A los cristianos "nos toca dejarlo crecer en nosotros, sin presumir: dejar que el Espíritu venga, nos cambie el alma y nos lleve adelante en el silencio, en la paz, en la calma, en la cercanía a Dios, a los otros, en la adoración a Dios, sin espectáculos", explicó el Papa Francisco.