El Patriarca Kirill I de Moscú, máximo representante de la Iglesia Ortodoxa Rusa, ha pedido al presidente pakistaní, Mamnoon Hussain, el indulto para Asia Bibi, la madre cristiana condenada a muerte en Pakistán.
Acusada de blasfemia y separada desde hace cuatro años de su esposo y sus cinco hijos, Bibi, fue condenada el 16 de octubre de 2014 por el Tribunal Superior de Lahore, tribunal de segundo grado, declarándose inocente.
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"La ejecución de Asia Bibi - expresó el Patriarca de Moscú en una carta enviada a Hussain-, podría ser una pérdida irreparable para su familia, sus personas cercanas y seres queridos, y además causar un gran daño para el diálogo cristiano-musulmán, lo que podría agravar las tensiones entre cristianos y musulmanes tanto en Pakistán como en el resto del mundo", informó la agencia Interfax el 5 de noviembre.
En la misiva, publicada por el sitio web oficial del patriarcado, Kirill se muestra convencido de que las autoridades políticas de todo estado moderno "deben ser conscientes de su responsabilidad para el destino de la representación de las minorías religiosas que se les confían".
"La Iglesia Rusa Ortodoxa ha mostrado gran preocupación por el juicio deliberado de la corte. Nuestro rebaño formado por varios millones se une a las voces del gran número de personas de todo el mundo que abogan por salvar la vida esta mujer cristiana", añadió.
El calvario de Asia Bibi comenzó en junio de 2009, cuando trabajaba como obrera en Sheikhupura, cerca de Lahore, Pakistán. En una ocasión le pidieron que buscara agua potable para unas compañeras musulmanas, quienes se negaron a beber el agua que proveía la cristiana por considerarla "impura".
Un día más tarde, Asia fue atacada por una turba y llevada a una comisaría "por su seguridad", donde fue acusada de blasfemia contra Mahoma. Desde su detención denunció ser perseguida en razón de su fe y negó haber proferido insulto alguno contra el Islam.
Asia Bibi lleva más de cuatro años en una cárcel de máxima seguridad. Numerosos defensores de los derechos humanos en todo el mundo pidieron su liberación y denunciaron que su caso obedece la Shariah –ley religiosa musulmana– que condena con la prisión o la muerte cualquier ofensa de palabra u obra contra Alá, Mahoma o el Corán, sin necesidad de testigos o pruebas.