Este lunes, durante la Misa matutina celebrada en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco exhortó a los fieles a no caer en las rivalidades ni en la búsqueda de la vanagloria, "dos polillas que devoran la consistencia de la Iglesia, la debilitan"; sino más bien actuar con espíritu de humildad y concordia, trabajando en el servicio a los demás.
Reflexionando sobre la carta de San Pablo a los Filipenses, el Papa afirmó que la alegría de un obispo es ver en su Iglesia amor, unidad y concordia. "Esta armonía es una gracia, lo hace el Espíritu Santo, pero nosotros por nuestra parte, debemos hacer de todo para ayudar al Espíritu Santo a realizar está armonía en la Iglesia".
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Por esto, San Pablo invita a los Filipenses a no hacer nada "por rivalidad o vanagloria", ni a "luchar uno contra el otro, ni siquiera para hacerse notar, para aparentar ser mejor que los otros". "Se ve que esto no es solamente cosa de nuestro tiempo", sino "que viene desde antes", señaló el Papa.
"Y cuántas veces en nuestras instituciones, en la Iglesia, en las parroquias, por ejemplo, en los colegios, encontramos esto, ¿no? La rivalidad; el hacerse notar, la vanagloria. Se ve que son dos polillas que devoran la consistencia de la Iglesia, la debilitan. La rivalidad y la vanagloria van contra esta armonía, esta concordia".
"En vez de rivalidad y vanagloria, ¿qué cosa aconseja Pablo? 'Pero cada uno de ustedes, con toda humildad' – ¿qué cosa se debe hacer con humildad? – 'considerar a los otros superiores a si mismo'. Él sentía esto, ¿eh? Él se califica 'no digno de ser llamado apóstol', el último. También se humilla fuertemente ahí. Este era su sentimiento: pensar que los otros eran superiores a él".
En ese sentido, destacó el testimonio de San Martin de Porres, "humilde fraile dominico" originario de Perú y del cual la Iglesia hoy celebra su memoria. "Su espiritualidad estaba en el servicio, porque sentía que todos los otros, incluso los más grandes pecadores, eran superiores a él. Lo sentía de verdad", afirmó Francisco.
El Pontífice recordó que San Pablo exhorta a cada fiel a no buscar el propio interés, sino "buscar el bien del otro. Servir a los demás. Pero esto es la alegría de un obispo, cuando ve en su Iglesia así: un mismo sentir, la misma caridad, permaneciendo unánimes y concordes".
"Este es el ambiente que Jesús quiere en la Iglesia. Si pueden tener diversas opiniones, está bien, pero siempre dentro de este ambiente, de esta atmosfera: de unidad, caridad, sin despreciar a ninguno", aseguró el Papa.
Luego, al abordar el Evangelio del día, Francisco advirtió que "es feo cuando en las instituciones de la Iglesia, de una diócesis, encontramos en las parroquias gente que busca su propio interés, no el servicio, no el amor. Y esto es lo que Jesús nos dice en el Evangelio: no buscar el propio interés, no caminar por el camino del contracambio, ¿eh? 'Pero sí, yo te he hecho este favor, pero tú no me haces esto'".
"Y, con esta parábola, de invitar a cena a aquellos que no pueden contracambiar nada. Es la gratuidad. Cuando en una Iglesia hay armonía, hay unidad, no se busca el propio interés, existe esta actitud de gratuidad. Yo encuentro el bien, no hago un negocio con el bien".
Finalmente invitó a los fieles a hacer un examen de conciencia y preguntarse "¿cómo es mi parroquia? ¿Cómo es mi comunidad? ¿Tiene este espíritu? ¿Cómo es mi institución?".
"Este espíritu de sentimientos de amor, de unanimidad, de concordia, sin rivalidad o vanagloria, con humildad y pensando que los demás son superiores a nosotros, en la parroquia, en la comunidad… Y tal vez encontraremos que hay algo para mejorar. ¿Hoy, cómo puedo yo mejorar esto?", concluyó.