A pocos días de que el Tribunal Superior de Lahore (Pakistán), ratificara la condena a muerte de Asia Bibi, el esposo de la mujer católica relató la presión que ese día hicieron los extremistas musulmanes en la sala; la misma que buscarán ejercer sobre la Corte Suprema para que no acepte el recurso de apelación.
Ashiq Masih estaba presente el 16 de octubre en el tribunal de Lahore esperando el fallo que decidiría si su esposa era liberada o si confirmaba la sentencia de muerte por blasfemia contra el Islam. La defensa había demostrado que la acusación no tenía base.
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Sin embargo, Masih reveló a la ONG British Pakistani Christians que en la sala "había también un gran número de imanes y líderes islámicos que gritaban continuamente: ¡Blasfemia! y ¡Mátenla!". En ese contexto, el tribunal decidió ratificar la pena capital.
"Este proceso de apelación era un rayo de esperanza pero el rechazo de la apelación ha destruido mi fe en el sistema legal paquistaní", agregó el esposo.
Ashiq Masih indicó que no les ha dicho a sus cinco hijos el resultado de la sentencia, pues "todos están muy deprimidos". "Esperábamos que en breve ella estaría de regreso en casa".
Ahora solo queda la esperanza de que la última instancia libere a Asia. "Mis abogados están muy seguros de que la Corte Suprema anule esta sentencia", expresó.
Ese mismo día, el exministro federal para la armonía nacional y minorías religiosas de Pakistán, Paul Bhatti, denunció ante Radio Vaticana la presión que los extremistas musulmanes realizan contra jueces y abogados para que se ejecuten las sentencias de la ley de blasfemia.
Estas amenazas de muerte que los extremistas lanzan contra todo aquel que quiera reformar o derogar esta ley se hicieron concretas por lo menos en dos ocasiones.
La primera fue el asesinato el 4 de enero de 2011 del entonces gobernador de la provincia de Punjab (Pakistán), Salmaan Taseer. Dos meses después, el 2 de marzo de 2011, los fundamentalistas mataron al ministro federal para las minorías religiosas, el católico Shahbaz Bhatti.
El caso de Bibi se remonta a junio de 2009 cuando trabajaba como obrera en Sheikhupura, cerca de Lahore. En una ocasión se le pidió que buscara agua potable para sus compañeras. Sin embargo, algunas de las trabajadoras –todas musulmanas– se negaron a beber el agua por considerarla "impura" debido a que fue provista por una cristiana.
Al día siguiente esta madre de familia fue atacada por una turba y llevada a una comisaría "por su seguridad", donde fue acusada de blasfemia contra Mahoma. Sin embargo, Bibi ha expresado siempre que es inocente y que nunca ha insultado al Islam.