El Arzobispo de La Plata (Argentina), Mons. Héctor Aguer, efectuó una reflexión sobre la gracia, que, dijo, "es un regalo que Dios nos hace" para "participar de la vida de Dios. ¡Casi nada! Es participar de la vida misma de Dios".
En el espacio televisivo del programa "Claves para un Mundo Mejor", emitido el sábado por la señal de noticias de América TV, el Prelado explicó que "Dios nos ha creado pero no solamente siendo criaturas humanas sino que también nos ha asociado íntimamente a su vida. Para decirlo con un término técnico: nos ha elevado al orden sobrenatural".
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El Arzobispo señaló que "este participar de la vida de Dios nos hace hijos de Dios Padre a semejanza de Jesús", por eso "podemos llamar a Dios como Padre, podemos rezar el Padrenuestro como lo rezamos todos los días".
Quiere decir, señaló, que es algo que no venía de nuestra naturaleza por ser hombres o mujeres sino que es un añadido gratuito, un regalo que Dios nos hace. Esa es la gracia que recibimos en primer lugar en el Bautismo donde nos hacemos hijos de Dios".
"Por supuesto que en el camino de la vida este vestido limpio, blanco e inmaculado de la gracia se mancha de barro. Esa mancha es el pecado y Dios ha ofrece también el remedio. Así también cada vez que manchamos ese vestido bautismal con el barro de nuestros pecados el Señor nos ofrece el perdón mediante el sacramento de la Reconciliación. Por supuesto tenemos que arrepentirnos y proponernos evitar en el futuro esas faltas en las cuales hemos caído".
Mons. Aguer explicó que "el misterio de la gracia" se corona en la comunión eucarística con el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Es allí donde el movimiento que empezó en el Bautismo, que se confirmó en la Confirmación y que puede recuperarse cuando uno ha caído en el pecado alcanza su culminación".
"Podemos decir que el misterio de la Gracia se hace patente y vivible para nosotros en el misterio eucarístico, en la comunión eucarística con Jesús, en la comunión con su Cuerpo y su Sangre".
Por último indicó que "cuando rezamos el Padrenuestro, cuando invocamos a Jesús para pedir su auxilio y su compañía, cuando invocamos al Espíritu Santo pidiéndole que nos inspire, que nos ilumine. Lo que estamos pidiendo es esto: el favor de Dios, la gracia de Dios".