El P. Ghazwan Yousif Baho tuvo la opción de quedarse en Italia, tras acompañar recientemente a una pareja de ancianos iraquíes que participaron en una audiencia con el Papa Francisco.
Sin embargo, el sacerdote ha decidido volver, porque no puede abandonar a su gente.
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En declaraciones a ACI Prensa el 4 de octubre, el P. Ghazwan Yousif Baho recordó que uno de los pobladores de la zona a la que atiente "me dijo 'Padre, lo vi siempre desde lejos, pero esta semana me enteré quién es usted, y me ha dado mucha fortaleza (saber) que usted es un sacerdote en medio de su gente".
"A veces pensé en dejar Irak, pero ahora digo 'no dejo mi pueblo nunca más'".
El P. Baho es el párroco en Alqosh, Irak, así como profesor invitado en la Pontificia Universidad Urbaniana en Roma (Italia), donde enseña dos meses al año. Mientras está en Roma, también sirve como sacerdote en la parroquia Joaquín y Ana de la ciudad.
En esta ocasión, el sacerdote estaba en Roma para acompañar a una pareja de ancianos iraquíes, Mubarack y Agnese Hano, a una audiencia que el Papa Francisco sostuvo con ancianos y abuelos, el 28 de septiembre.
El P. Baho regresará este fin de semana a Alqosh, que se ubica a solo 10 kilómetros de la ciudad de Qaraqosh, controlada por el Estado Islámico (ISIS).
ISIS se encontraba entre los rebeldes que luchan la guerra civil en Siria. En junio de este año, extendieron sus operaciones a Irak, tomando control de Mosul y franjas de territorio en el norte y oeste del país, así como en el norte de Siria.
La organización extremista musulmana ha declarado, en las zonas que controla, un califato, que es definido como un estado islámico controlado por un líder político y religioso conocido como califa o "sucesor" de Mahoma.
El 13 de agosto, en Siria, ISIS ocupó una serie de pueblos ubicados al noreste de Aleppo y cerca de la frontera, incluyendo Akhtarin. El 11 de agosto, el grupo extremista musulmán había tomado el pueblo iraquí de Jalawla, ubicado a alrededor de 144 kilómetros al noreste de Bagdad, la capital del país.
Todos los que no son musulmanes sunitas han sido perseguidos por el Estado Islámico, sumando decenas de miles de cristianos, yazidis y musulmanes chiítas los que han abandonado el territorio.
El P. Baho señaló que desde la noche del 6 de agosto, cuando las fuerzas de ISIS entraron a la ciudad de Qaraqosh, antes conocida como la capital cristiana de Irak, muchos han huido y están viviendo en tiendas de campaña en campamentos, como refugiados.
A pesar de haber vivido en estas circunstancias por dos meses, muchos han mantenido una fe fuerte, explicó.
"He conocido muy poca gente que ha perdido la fe y la esperanza. Tantos sufrieron, que para nosotros los misterios dolorosos son un acto diario. Pero a pesar de todo este sufrimiento, he visto muy pocas personas que han perdido la fe".
Cuando ISIS atacó la ciudad de Mosul, a 40 kilómetros de Alqosh, muchos perdieron todo, incluyendo sus hogares, sus trabajos, su dinero e incluso sus anillos de matrimonio, a manos de los extremistas musulmanes, que tomaban todo cuando las personas abandonaban la ciudad.
Sin embargo, cuando él se encontraba con las familias "ellos me decían 'Padre, estamos a salvo y todos nuestros niños están con nosotros. El resto vendrá después. Pero agradecemos a Dios que el Señor nos ha salvado. Hemos perdido todo, pero fuimos salvados'".
"Escuché esta frase de tantas personas. Desesperados, pero nunca perdieron su fe. Y estos misterios dolorosos del rosario son para nosotros una realidad diaria, pero también nos dan la fuerza para seguir".
El P. Baho recordó luego cómo él y algunos otros que habían escapado de la ciudad, cuando ISIS se aproximaba a la cercana Qaraqosh, regresaron tras una semana, para hacer sonar las campanas de su parroquia, que habían estado en silencio desde el ataque del 6 de agosto.
"Después de una semana de este silencio de todas las campanas de las iglesias en las llanuras de Nínive, y aún lo están en muchos poblados, con un grupo de chicos de la parroquia desafiamos el miedo y fuimos (de regreso) al pueblo".
El sacerdote, junto con 20 o 30 personas que estaban de guardia esa noche, entraron a Alqosh otra vez el 15 de septiembre, cuando hicieron sonar las campanas de la parroquia una vez más y celebraron la Misa.
El P. Baho dijo que le había escrito a su compañero sacerdote de su parroquia en Roma sobre lo que estaban planeando hacer: "Hoy necesito hacer sonar las campanas que por una semana no han sonado. Tengo que hacer esto, incluso si es la última vez que suenan las campanas. Lo haré".
Cuando estaban entrando a Alqosh para celebrar la Misa, el sacerdote recordó como un joven le dijo "Padre, hoy lo vemos un poco más fuerte". Recordando cómo su compañero sacerdote de Roma le había prometido rezar un rosario por ellos, el P. Baho contestó al joven que "sí, hay gente que reza por nosotros, incluso si están lejos, están unidos a nosotros en oración".
"Para mí, este fue el día de salvación. Desde entonces, la gente comenzó a tener más esperanza. Diferentes familias regresaron a la ciudad. También, la guerra está a 10 kilómetros de la ciudad, pero la gente regresó. Así que cuando yo regrese, iré allá, a la parroquia, la próxima semana".
En su homilía durante la Misa, el P. Bajo explicó cuán a menudo vemos milagros para saber si Dios está o no con nosotros, pero que el gran milagro sucedió para ellos cuando más de 100 mil personas escaparon al mismo tiempo, y todos lograron salir "sanos y salvos".
"Fue un éxodo, exactamente un éxodo. El tercer éxodo aquí. El Señor está verdaderamente con nosotros. Este es un verdadero milagro", continuó el sacerdote, observando cómo cuando todos escaparon de las llanuras de Nínive, alrededor de las 10 p.m., la única cosa visible eran las luces de los otros carros.
"Si puedes imaginarte 100 mil personas saliendo juntas y ni siquiera un accidente ocurre, esto es un verdadero milagro".
Muchos de los que asistieron a la valiente Misa en Alqosh filmaron el evento, en un video que fue presentado al Papa Francisco por el P. Baho y el matrimonio Hano durante su encuentro con él en su audiencia con los ancianos.
"Esto también nos dio la fuerza, él nos hizo sentir que está muy cerca de nosotros, y lo ha dicho muchas veces, y lo ha dicho ese día, 'yo estoy siempre cerca de ustedes, escucho sus sufrimientos y estoy unido a ustedes en oración'".
El sonido de las campanas de la iglesia de Alqosh en la Plaza de San Pedro, frente a las más de 4 mil personas presentes ese día, así como su transmisión a millones en todo el mundo, dio testimonio de la presencia cristiana en Irak por más de 2 mil años, dijo el sacerdote.
"Así que la voz que querían silenciar resonó aún más fuere. Y esto también dio esperanza".