El Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, ha enviado su carta pastoral semanal en la que habla del mes del Rosario y la fiesta de la Virgen del Pilar que tiene lugar durante el mes de octubre. 
 

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Por eso el Obispo de Córdoba ha animado a rezar el santo rosario diariamente, en familia y por la familia especialmente "en estos días del Sínodo" y también ha pedido a la Virgen del Pilar, patrona de España que se celebra el 12 de octubre, que "alcance esa unidad de España que tanto necesitamos en los momentos actuales".
 
"El rosario es una oración que tiene a Cristo como centro", dice Mons. Fernández y afirma que "en cada misterio contemplamos algún aspecto de la vida de Cristo. Y esa contemplación la hacemos desde el corazón de su madre María". 
 
"El rosario es una oración contemplativa, repetitiva del avemaría, en 'la que se trenzan el saludo del ángel y el de su prima Isabel y nuestra petición humilde "ruega por nosotros pecadores'", precisa el Obispo y explica que durante la visita pastoral que realizó recientemente a un colegio, regaló a los niños un rosario y les explicó cómo se rezaba, una niña preguntó espontáneamente si no se cansaba de repetir la misma oración.
 
El Obispo respondió que el rosario es "un diálogo de amor, y cuando dos personas se quieren, no se cansan de decírselo una y mil veces. El rosario es aburrido si se tratara solamente de repetición verbal de unas palabras. Pero si es la expresión de un amor, el amor no cansa ni se cansa".
 
Mons. Fernández afirma en su carta que algunos han comparado el rosario con una oración de Jesús que en el oriente es muy frecuente que consiste en repetir lo que decían quienes se acercaban a Jesús pidiendo un milagro: "Jesús, Hijo de Dios vivo, ten compasión de mí, que soy un pecador". 
 
Según asegura el Obispo de Córdoba se trata de una "oración que se pronuncia con los labios, pero que va calando progresivamente en el corazón, hasta identificarse con el mismo latido del corazón".
 
"Jesús es el centro, a quien se invoca, en quien se cree, en quien se confía, a quien se ama. Y de esa mirada contemplativa al que puede sanarnos y darnos su gracia, volvemos a nosotros, que somos pecadores y pedimos misericordia", asegura.
 
Por eso precisa que en el rosario ocurre algo parecido: "La mirada se dirige a María continuamente, repetitivamente. Con las palabras del ángel, con las palabras de Isabel. Y de ella volvemos a nosotros: "ruega por nosotros pecadores", con un añadido que pide humildemente el don de la perseverancia final: 'y en la hora de nuestra muerte'".
 
"Repetir una y mil veces este esquema tan sencillo, hace que el corazón descanse ya no tanto en las palabras, sino en la persona a la que se dirige: a María nuestra madre", asegura Mons. Fernández. 
 
El Prelado explica en su carta que ha conocido a muchas personas que "han aprendido a rezar con el rosario. Al principio fijándose más en las palabras pronunciadas, después entrando en el corazón inmaculado de María, desde donde contemplar a Jesús en cada uno de sus misterios, donde María va asociada a la obra de la redención. Para muchas personas el rezo del rosario es una oración contemplativa, que introduce serenamente en la hondura del misterio de Dios de la mano de María, la gran pedagoga".