El Papa Francisco recibió a los obispos de Costa de Marfil en visita ad limina y en su discurso los animó a "continuar el diálogo con los musulmanes a fin de desalentar cualquier deriva violenta y cualquier errónea interpretación religiosa del conflicto por el que han atravesado".
En Costa de Marfil predominan el islam y el cristianismo, la primera con el 38,6 por ciento de la población y la segunda con el 32,8 por ciento (de los cuales dos tercios son católicos y el resto protestantes). Los demás habitantes profesan religiones nativas.
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Asimismo, este país africano sufrió dos guerras civiles en lo que va del siglo. La última fue en el 2011, dejando profundas heridas entre las diferentes etnias.
Por ello, el Papa llamó a los obispos "a tomar la parte que les corresponde en la tarea de reconciliación nacional". Sin embargo, les recordó que deben rechazar "cualquier implicación personal en las disputas políticas a expensas del bien común".
"Pero es importante que mantengan relaciones constructivas con las autoridades de su país así como con los distintos componentes de la sociedad, a fin de difundir un verdadero espíritu evangélico de diálogo y la colaboración. El papel de la iglesia - que es apreciada y escuchada - puede ser crucial", afirmó.
Francisco también los invitó a hacer sentir su cercanía pastoral a todos los fieles laicos, especialmente a las familias, que hoy en día ''son muy frágiles, tanto por el proceso de secularización, que experimenta ya la sociedad de Costa de Marfil, o por el movimiento de la población y las divisiones causadas por el conflicto, así como por propuestas, menos exigentes moralmente que surgen por doquier''.
El Santo Padre agradeció la labor evangelizadora que se realiza en este país. Sin embargo, advirtió que "la fe sigue siendo frágil y se percibe un viento contrario. A menudo -como han demostrado, por desgracia, los conflictos recientes- el particularismo étnico se sobrepone a la fraternidad evangélica, muchos bautizados, cansados o decepcionados, se alejan de la luz de la verdad para adherirse a propuestas más fáciles, otros no ponen en práctica en sus vidas las exigencias de la fe".
La clave para el futuro –señaló-, se encuentra en parte en llevar la Palabra de Dios a los corazones de la gente, así como profundizar en el diálogo con la realidad cultural, religiosa y tradicional para "lograr una verdadera inculturación de nuestra fe rechazando, sin ambigüedades, lo que es contrario pero acogiendo y llevando a cumplimiento lo que es bueno".
"Los animo, por tanto, a continuar sin cesar en la obra de evangelización. Así, la Iglesia en Costa de Marfil podrá hacer frente, con serenidad, a los retos del futuro", aseguró el Papa.