El Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, Cardenal Leonardo Sandri, denunció el pasado 9 de septiembre los asesinatos y barbaries que ocurren en Siria e Irak, así como el intento por erradicar a los cristianos de Medio Oriente, sin embargo, recordó la "responsabilidad de educar a nuestros fieles para que no cedan a una visión del conflicto entre civilizaciones o religiones".
''Todavía en el siglo XXI, como si la historia no nos hubiera enseñado nada, somos testigos de barbaries y atrocidades que se ceban sobre todo en los más débiles: los ancianos, las mujeres y los niños. Entre mis preocupaciones por los miles de refugiados... tengo siempre presente a los obispos y sacerdotes que siguen en manos de los secuestradores en Siria, y no puedo olvidar a todos los periodistas que han sido brutalmente asesinados'', expresó el Purpurado ante el Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos.
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En ese sentido, denunció que se vea amenazada la existencia de los cristianos en Medio Oriente. ''Si se ataca la base de estas iglesias, madres históricas de la misión evangelizadora, nosotros, como sus hijos, no podemos permanecer en silencio'', expresó.
El Purpurado dijo que ''Dios escogió esa parte del mundo como la cuna de un plan universal de salvación en el amor … en aquellas tierras los cristianos, durante casi dos mil años, han mantenido viva la llama del primer Pentecostés''. Indicó que una paz duradera en Tierra Santa contribuiría de manera significativa a la estabilidad de todo el Medio Oriente.
En su discurso, el Cardenal recordó las palabras del Papa Francisco a la Congregación para las Iglesias Orientales, cuando dijo que ''todo católico tiene una deuda de gratitud con las Iglesias que viven en esa región. A partir de estas Iglesias podemos aprender, entre otras cosas, el esfuerzo del ejercicio diario del espíritu del ecumenismo y del diálogo interreligioso. El contexto geográfico, histórico y cultural en el que han vivido durante siglos los ha convertido de hecho en interlocutores naturales de numerosas otras confesiones cristianas y con otras religiones''.
Asimismo, dijo que lo que sucede en Irak es un "tema de extrema urgencia" y añadió que en el diálogo se necesitan tanto la claridad como el respeto fraternal.
"Tenemos la responsabilidad de educar a nuestros fieles para que no cedan a una visión del conflicto entre civilizaciones o religiones. Hay que recordar que hemos tardado siglos de católica reflexión teológica y bíblica hasta llegar a la actual capacidad para interpretar nuestros textos sagrados sin miedo excesivo de violar el 'depositum fidei'", afirmó.
Finalmente, invitó a seguir las intervenciones de la Santa Sede en las diversas organizaciones internacionales y a apoyar el papel de las Naciones Unidas para evitar que se repitan la violencia y la injusticia actuales.