"El Señor está hablando que hay un futuro que cada uno tiene que labrárselo en cuanto pueda, pero que siempre va hacia un fin", afirmó P. Armando Nieto, reconocido historiador peruano que acaba de cumplir bodas de oro sacerdotales.
El P. Armando, sacerdote jesuita, se ha destacado desde su juventud por dar a conocer la historia de la Iglesia y del Perú. Lo que lo ha llevado a recibir varios reconocimientos, ocupar cargos importantes en instituciones de historia y a ser Catedrático en la ex Pontificia Universidad Católica del Perú y en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima.
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El 28 de agosto del 2014 cumplió 50 años de vida sacerdotal y en declaraciones para ACI Prensa manifestó que tenía "un sentimiento de gratitud y agradecimiento al Señor por este don realmente maravilloso de poder ser otro Cristo en la tierra".
"También agradecimiento a la Iglesia y a la compañía de Jesús, que es el sitio en el cual siento que puedo hacer mucho bien a los demás", añadió.
Hijo de un Capitán de la Marina, contó que no conoció a su madre, quien falleció cuando ella tenía 26 años de una enfermedad grave y en un tiempo en que no había las medicinas necesarias. Su padre nunca se volvió a casar y debido a los constantes viajes laborales, él quedó a cargo de una abuela y unos tíos donde creció en vida de familia.
"Mucha unión familiar, una vida de familia. Nada de cosas extrañas o de diversión. Nada de eso, sino que era una vida seria, modesta y yo creo que eso me formó mucho en la parte afectiva", describió.
Desde muy pequeño estudió en el Colegio La Inmaculada en el Centro de Lima, donde pudo conocer "a fondo lo que era el jesuita como hombre entregado al servicio de los demás". Al terminar, un padre le dijo que creía que él tenía vocación pero, al recibir la noticia de sorpresa, le dijo que no.
"Entonces me decidí a estudiar algo que me gustaba que era la Historia, sobre todo, y Derecho como una especie de fórmula de vida, pero poco a poco fui sintiendo que Dios me pedía un poco más y ya al terminar la carrera escogí el noviciado en la compañía de Jesús el año 1956", explicó.
Con respecto al llamado vocacional, P. Armando considera que la clave para mantenerse firme en la vocación es "una fidelidad muy grande al Señor porque la vocación es un regalo, no es un favor que le hacemos al Señor".
"Entonces hay que ser dignos de ese regalo con la oración, con los sacramentos, con un vida de caridad. Lo que se llama las reglas de la compañía de Jesús, que están fundadas en el Evangelio. Creo que eso es fundamental", resaltó.
Entre los momentos de su vida que más recuerda está su ordenación sacerdotal "que fue en Alemania lejos de la patria, pero con la alegría grande que ese día comenzaba para mí una vida de entrega total", recordó.
"También me han producido sentimientos de mucha emoción espiritual el enseñar, el saber que tienes delante un grupo de muchachos que necesitan formación o instrucción o conocimientos y entonces uno se siente que está haciendo algo útil".
Con una larga trayectoria como docente, el P. Armando señaló que, en el caso de los futuros ministros de la Iglesia, "la enseñanza tiene que insistir por ejemplo en la historia de la Iglesia. En el caso de los laicos, enseñar también con un sentido positivo lo que es para nosotros la vida del Perú".
Para él la historia es "un conocimiento del hombre. Un conocimiento, que es la vida de un país". Por ello sugirió "conocer el pasado para poder intervenir mejor en el presente y siempre con un enfoque hacia lo que viene después, que es el futuro".
"No es una erudición seca de nombres o apellidos o eventos, sino que es algo más profundo. Conocer cómo el hombre se ha desarrollado en tanto miles de años", puntualizó.
En este sentido, para que la Iglesia siga teniendo una influencia positiva en la historia aconsejó que "tiene que estar de acuerdo siempre con la población en la que está trabajando. Por ejemplo, en el Perú concretamente, en las regiones de sierra es un apostolado distinto que el apostolado que se haría en la selva y distinto a las ciudades y emporios, urbes que hay en la costa".
"Pero siempre procurando que la enseñanza evangélica se concrete en cada sitio, en cada persona y en cada grupo de personas para evitar una especie de desajuste entre el mensaje y el objetivo del mensaje que es la cristianización de los hombres y de los corazones", resaltó.
Por último, al preguntársele sobre su gran capacidad para recordar nombres, dijo: "Yo creo que hay que amar a las personas. No son objetos, no son puros nombres y apellidos, sino hay todo un ser humano al cual hay que ayudar".
"Y cuando uno tiene afecto a una persona busca mantenerse en los recuerdos que tratan de esa persona. No considerarlos como cosas, como entes, como números de una sociedad, sino como eso que son: hijos de Dios. Eso para mí es esencial", concluyó.
Para conocer más de la vida y trayectoria del P. Armando Nieto, visite: http://ec.aciprensa.com/wiki/Armando_Nieto_V%C3%A9lez_S.J.#.VBCF9_4g-M9