El Arzobispo de Baltimore (Estados Unidos), Mons. William Lori, advirtió que, en medio de la creciente y violenta persecución religiosa en el Medio Oriente y África, es vital para los cristianos en Estados Unidos permanecer vigilantes de sus propias libertades.
"No estoy haciendo predicciones apocalípticas, pero creo que debemos estar vigilantes", señaló el Prelado. "Es fácil ver que las amenazas a la libertad religiosa en occidente están comenzando a oprimir la religión más y más".
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Mons. Lori es presidente de la comisión ad hoc sobre libertad religiosa de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, y es el capellán supremo de los Caballeros de Colón.
Para el Prelado, hay dos desafíos principales con respecto a la libertad religiosa en los Estados Unidos, y el primero es la creciente opinión popular de ver a la religión como puramente un asunto privado.
En declaraciones a ACI Prensa a inicios de agosto, durante la Convención Suprema de los Caballeros de Colón, en Florida (Estados Unidos), Mons. Lori criticó que "(la religión es vista) como reducible simple y solamente a la libertad de culto, el sentimiento de que mientras tú estés en la iglesia, haz lo que quieras, pero no pienses en traer tus valores religiosos a la esfera pública, en tu lugar de trabajo, en la discusión política".
Esta mentalidad de "libertad de culto" es la raíz del problema de la libertad religiosa en occidente, dijo el Arzobispo, y el otro mayor desafío es la visión reducida de la persona humana.
"La relación de uno con Dios y con la fe es considerada como una limitación, se ve como una suerte de imposición de la persona humana", explicó, "y que para ser libre, necesitas estar libre de Dios y libre de la religión, por lo tanto la libertad religiosa en la sociedad ya no es más un valor".
Estos problemas de fondo entonces toman muchas formas, desde mandatos federales y estatales restringiendo los derechos de conciencia con respecto a la anticoncepción, a varias amenazas que plantean los avances del "matrimonio gay", dijo.
La importancia de ser vigilantes y conscientes de una potencial persecución religiosa a nivel doméstico puede ser difícil de ver, cuando esta toma una forma mucha más violenta y visible en otros países, reconoció.
El Arzobispo indicó que es difícil que la gente se convenza de este peligro "porque las iglesias son abiertas aquí, las Caridades Católicas están funcionando, nadie está siendo encarcelado, así que la gente dirá '¿cuál es el problema aquí?'".
Pero aunque ha habido poca o nula violencia física en occidente, los problemas que enfrenta la libertad religiosa aquí no son menos reales, dijo.
"Las amenazas son más sutiles (en occidente), mucha gente ni siquiera las percibe, suceden burocráticamente, o legislativamente o judicialmente", dijo.
El Prelado señaló que "mientras en otras partes del mundo es sangrienta, violenta, abierta, pero en ambos casos es una negación de los derechos de conciencia, es una negación de la libertad fundamental de uno a relacionarse con Dios".
"Tenemos que mantener viva la llama de la fe y la libertad, como un acto de solidaridad con aquellos que están sufriendo tan terriblemente alrededor del mundo", indicó.