Al presidir hoy la Misa por la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, en el estadio mundialista de Daejeon, en el segundo día de su visita a Corea del Sur, el Papa Francisco recordó a los fieles que la esperanza cristiana es el antídoto contra el cáncer de la desesperación.
El Santo Padre aseguró que "la esperanza que nos ofrece el Evangelio, es el antídoto contra el espíritu de desesperación que parece extenderse como un cáncer en una sociedad exteriormente rica, pero que a menudo experimenta amargura interior y vacío".
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"Esta desesperación ha dejado secuelas en muchos de nuestros jóvenes", lamentó, y alentó a "que los jóvenes que nos acompañan estos días con su alegría y su confianza no se dejen nunca robar la esperanza".
Francisco señaló que en este día, en el que se venera "a María, Reina del Cielo, nos dirigimos a ella como Madre de la Iglesia en Corea" para pedirle "que nos ayude a ser fieles a la libertad real que hemos recibido el día de nuestro bautismo".
El Santo Padre pidió además a la Virgen María "que guíe nuestros esfuerzos para transformar el mundo según el plan de Dios, y que haga que la Iglesia de este país sea más plenamente levadura de su Reino en medio de la sociedad coreana".
"Que los cristianos de esta nación sean una fuerza generosa de renovación espiritual en todos los ámbitos de la sociedad. Que combatan la fascinación de un materialismo que ahoga los auténticos valores espirituales y culturales y el espíritu de competición desenfrenada que genera egoísmo y hostilidad".
Francisco también pidió la intercesión de María para que los católicos coreanos "rechacen modelos económicos inhumanos, que crean nuevas formas de pobreza y marginan a los trabajadores, así como la cultura de la muerte, que devalúa la imagen de Dios, el Dios de la vida, y atenta contra la dignidad de todo hombre, mujer y niño".
"Como católicos coreanos, herederos de una noble tradición, ustedes están llamados a valorar este legado y a transmitirlo a las generaciones futuras. Lo cual requiere de todos una renovada conversión a la Palabra de Dios y una intensa solicitud por los pobres, los necesitados y los débiles de nuestra sociedad".
Al concluir, el Papa alentó a los fieles a dirigirse "a María, Madre de Dios, e imploremos la gracia de gozar de la libertad de los hijos de Dios, de usar esta libertad con sabiduría para servir a nuestros hermanos y de vivir y actuar de modo que seamos signo de esperanza, esa esperanza que encontrará su cumplimiento en el Reino eterno, allí donde reinar es servir".
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