En el primer día de su visita a Corea del Sur, el Papa Francisco alentó a los Obispos a ser custodios de la memoria y la esperanza de su pueblo, al tiempo que advirtió los riesgos de incorporar criterios mundanos de éxito y poder en la labor evangelizadora.
Francisco advirtió a los Obispos que "el testimonio profético y evangélico presenta algunos retos particulares a la Iglesia en Corea, que vive y se mueve en medio de una sociedad próspera pero cada vez más secularizada y materialista".
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"En estas circunstancias, los agentes pastorales sienten la tentación de adoptar no sólo modelos eficaces de gestión, programación y organización tomados del mundo de los negocios, sino también un estilo de vida y una mentalidad guiada más por los criterios mundanos del éxito e incluso del poder, que por los criterios que nos presenta Jesús en el Evangelio".
El Santo Padre señaló a los Prelados surcoreanos que "a ustedes, como Pastores, corresponde la tarea de custodiar el rebaño del Señor. Son los custodios de las maravillas que él realiza en su pueblo".
"Custodiar es una de las tareas confiadas específicamente al Obispo: cuidar del Pueblo de Dios".
Francisco destacó que la beatificación de los 124 mártires que presidirá durante su visita a Corea del Sur "constituye una ocasión para dar gracias al Señor que, de las semillas esparcidas por los mártires, ha hecho que esta tierra produjera una abundante cosecha de gracia".
"Ustedes son los descendientes de los mártires, herederos de su heroico testimonio de fe en Cristo".
El Papa destacó que "son además herederos de una extraordinaria tradición que surgió y se desarrolló gracias a la fidelidad, a la perseverancia y al trabajo de generaciones de laicos. Es significativo que la historia de la Iglesia en Corea haya comenzado con un encuentro directo con la Palabra de Dios".
El Santo Padre alentó especialmente a los Obispos de Corea del Sur a que se ocupen "de la educación de los jóvenes, apoyando la indispensable misión no sólo de las universidades, sino también de las escuelas católicas desde los primeros niveles, donde la mente y el corazón de los jóvenes se forman en el amor de Dios y de su Iglesia, en la bondad, la verdad y la belleza, para ser buenos cristianos y honestos ciudadanos".
"Ser custodios de la esperanza implica también garantizar que el testimonio profético de la Iglesia en Corea siga expresándose en su solicitud por los pobres y en sus programas de solidaridad, sobre todo con los refugiados y los inmigrantes, y con aquellos que viven al margen de la sociedad".
Francisco recordó que "el ideal apostólico de una Iglesia de los pobres y para los pobres quedó expresado elocuentemente en las primeras comunidades cristianas de su nación. Espero que este ideal siga caracterizando la peregrinación de la Iglesia en Corea hacia el futuro".
"Estoy convencido de que si el rostro de la Iglesia es ante todo el rostro del amor, los jóvenes se sentirán cada vez más atraídos hacia el Corazón de Jesús, siempre inflamado de amor divino en la comunión de su Cuerpo Místico", aseguró.
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