El movimiento extremista musulmán del Estado Islámico (ISIS), tomó este jueves la mayor ciudad cristiana de Irak, Qaraqosh, provocando la huida de decenas de miles de personas de esta y otras zonas aledañas que fueron abandonadas anoche por las tropas kurdas que tratan de detener este avance.
"Es una catástrofe, una situación trágica. Llamamos al consejo de seguridad de la ONU a intervenir de inmediato. Decenas de miles de personas aterrorizadas están siendo expulsadas de sus casas en el momento en el que hablamos, no podemos describir lo que está ocurriendo", declaró a la AFP el Arzobispo caldeo de Kirkuk y Suleimaniya, Mons. Joseph Thomas.
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Qaraqosh se encuentra entre Mosul –en la cual ya no hay cristianos-, y Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, cuyo gobierno, junto a los kurdos de Turquía y Siria intentan detener el avance de los extremistas musulmanes.
Otras ciudades tomadas por los yihadistas son Tal Kaif, Bartela, Karamlesh, Zumar y Sinjar, además de una instalación petrolera y Rabia, un puesto fronterizo entre Siria e Irak.
Tal Kaif había también una comunidad cristiana significativa, así como musulmanes de la minoría chiita chabak, los cuales también son víctimas del también se vació durante la noche.
"Tal Kaif está ahora en manos del Estado Islámico. No enfrentaron ninguna resistencia y simplemente entraron pasada medianoche", dijo Butros Sargon, un poblador que huyó hacia Erbil. En declaraciones a la prensa internacional, relató que se escucharon disparos durante la noche "y cuando miré fuera, vi un convoy militar del Estado Islámico. Gritaban 'Allahu Akabr' (Dios es grande)".
Según la ONU, unas 200.000 personas han huido por las carreteras.
El Estado Islámico –anteriormente conocido como Estado Islámico de Irak y Siria-, es un movimiento yihadista que nació de Al Qaeda pero que ahora actúa de manera independiente. Hace semanas anunció la creación de un califato en los territorios tomados entre ambos países donde ha impuesto la ley islámica y sharia, obligando a miles de cristianos a huir si no querían someterse y abandonar su fe.
A sus filas se han ido sumando musulmanes sunitas –el grupo al que pertenecía Sadam Hussein-, opuestos al régimen del primer ministro iraquí, el chiita Nuri al Maliki, a quien acusan de no haber cumplido con su promesa de formar un gobierno que tomara en cuenta a todas las etnias tras el retiro de las tropas estadounidenses.