El pasado 27 de julio fue inaugurada en la ciudad de Rosario (Argentina), una capilla para honrar a San Pantaleón, protector de los enfermos, evento en el que participaron varios obispos y donde se expresó el deseo de que el nuevo templo fomente esta devoción entre los futuros médicos.
La nueva capilla, ubicada cerca a la Facultad de Medicina, fue posible gracias a los esfuerzos de la comunidad y del P. Párroco Guillermo Bossi de la Parroquia San Miguel.
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Durante la inauguración, Mons. José Mollaghan, Arzobispo Emérito y Administrador Apostólico de Rosario, bendijo las nuevas instalaciones y presidió la Misa acompañado por el Arzobispo Emérito de Rosario, Mons. Eduardo Mirás, del Arzobispo Emérito de Paraná, Mons. Mario Bautista, y del Obispo de Concordia, Mons. Luis Collazuol.
En la homilía, Mons. Mollaghan expresó que en la capilla "hay alguien que nos mira, que nos cuida, que nos cura y nos quiere: Jesús y su servidor San Pantaleón".
"Aquí está el Señor que nos espera, para encontrar el corazón de Jesús, y el corazón de Dios que está cerca, que no se quedó en el cielo solo y no nos dejó a nosotros solos en el camino; sino que nos acompaña y nos guía… Por eso confiamos que en esta nueva Capilla se multiplique el amor de Dios y se acreciente su Reino", añadió el Prelado.
Luego, haciendo referencia al Santo, dijo que "San Pantaleón nos invita a llevar y ayudar al herido como el buen samaritano, a abrazar la cruz como Él mismo lo hizo, a salir siempre de nuevo a anunciar el Evangelio".
"La experiencia personal de dejarnos acompañar y curar, nos enseña a ser pacientes y compasivos con los demás y nos prepara interiormente para encontrar las maneras de despertar la confianza, y la disposición para crecer en la caridad", exhortó.
Posteriormente animó a los fieles a pedirle a San Pantaleón "la gracia de tener un corazón nuevo y agradecido por su tesoro, la gracia de la paciencia para encontrarlo cada día, la gracia de luchar y trabajar por la justicia, la gracia de ser misericordiosos, la gracia de trabajar por la paz, de sembrar paz, porque éste es el camino de su Reino".
Al finalizar la celebración Eucarística se develó en el atrio una placa conmemorativa, y Mons. Mollaghan regaló un ornamento rojo para las celebraciones en la capilla.