El Arzobispo de Madrid (España), Cardenal Antonio María Rouco Varela, clausuró el primer Congreso Internacional Benedictino. En su intervención habló sobre la implicación de los últimos pontífices en la evangelización de Europa, sobre todo en la labor "inmensa" en escritos y actuaciones de Juan Pablo II.
El congreso tuvo lugar del 11 al 13 de julio en el Valle de los Caídos, (Madrid) y trató el tema de la huella de los benedictinos en la construcción de Europa.
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En ese marco, ponentes de universidades nacionales y extranjeras han reflexionado sobre este tema que según afirmó adelantó el abad del monasterio del Valle de los Caídos Anselmo Álvarez Navarrete, una de las entidades organizadoras junto a la Fundación Foro san Benito de Europa, esta actividad académica "podrá tener continuidad en próximos años".
Con el titulo "La Iglesia en Europa al inicio del tercer milenio", el cardenal Rouco recordó el "Europa, sé tu misma" de Juan Pablo II para sustentar la nueva evangelización del continente.
El Cardenal se preguntaba "qué hubiera sido de Europa si no hubiera existido" Juan Pablo II quien consideró el panorama actual, "donde se ha agravado la secularización apuntada en los años 70".
El Arzobispo de Madrid aludió también a la crisis familiar que vive Europa, el envejecimiento de la población por la caída de la natalidad, como otros "factores preocupantes".
También se refirió también al "triunfo de la dictadura del relativismo" y a la "cultura inmanentista" que excluyen a Dios del ordenamiento jurídico, de la política y de las manifestaciones artísticas.
En ese sentido el Cardenal aseguró que echaba en falta creadores cristianos en disciplinas como la literatura y la ciencia, pero también en la banca, las multinacionales, los grandes encuentros musicales.
Como aspectos positivos actuales, destacó la Unión Europea, el desarrollo político social de los Estados, la interconexión entre los ciudadanos europeos y la trasmisión del conocimiento.
Valoró también la labor de los últimos Papas a la hora de mover a la evangelización del continente y en la aplicación del Concilio Vaticano II. Con sus diferencias y complementariedades, recordó los escritos, encíclicas, convocatorias de las jornadas mundiales de la juventud por parte de Juan Pablo II, el gran aporte intelectual de Benedicto XVI y la insistencia de Francisco para recordar las carencias materiales y espirituales actuales, "con una expresividad –manifestó- que no había visto antes en documentos vaticanos".
Melchor Sánchez de Toca, responsable del Pontificio Consejo para la Cultura subrayó la conveniencia de nuestra época, porque "estos tiempos son los que Dios nos ha dado para amar a los hombres y para los que estamos llamados a captar la semilla de verdad que hay en cada cultura".
Mons. Sánchez de Toca se refirió al apetito consumista de las nuevas potencias económicas, como China, la India, Brasil, México; analizó el resentimiento de los países islámicos, "que no se sienten ni queridos ni aceptados y que culpan a Occidente de sus males", que trocan su malestar en luchas internas y terrorismo; y la existencia de lo que el Papa Francisco denomina los "países descartados" que viven su pobreza sin encontrar ayuda para su mejora.