El Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes del Vaticano, Cardenal Antonio Maria Vegliò, viajó a la isla de Lampedusa, al sur de Italia, para reiterar el llamado del Papa Francisco a despertar de la "globalización de la indiferencia".
Este viaje conmemora el primer aniversario de la visita del Papa Francisco a Lampedusa, el 8 de julio de 2013, en la que el Santo Padre se reunió con los inmigrantes y rezó por las miles de almas que naufragaron en las aguas del Mediterráneo, un gesto que convirtió la isla en un símbolo del debate sobre la migración.
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Siguiendo los pasos del Papa Francisco, el 6 de julio, en la Parroquia de San Gerlando, el Cardenal Vegliò celebró una Misa por las víctimas, y dedicó su homilía a denunciar ante la Comunidad Internacional y la Unión Europea esta urgencia humanitaria.
El Purpurado invitó a "superar los prejuicios", y a "convertir los corazones. Es humano y cristiano el tener comprensión hacia todos, tolerancia y solidaridad. ¿Con qué coraje respondemos? ¿Volver a tirarlos al mar, a enviarlos a su país de origen, a ellos que escapan de la amenaza de su propia existencia?", denunció.
"La solidaridad compromete a toda la Comunidad de la Unión Europea y pregunta a la Comunidad Internacional, quizá suscitando en todos vergüenza ante los cadáveres de tantas personas que murieron en medio a la dificultad vivida." "¿Dónde está tu hermano? Es una pregunta que Dios hizo al inicio de la historia de la humanidad y que hoy, nos hace a todos Una pregunta sobre nuestra responsabilidad por el destino de las muchas personas que suben a las barcas que, en lugar de ser una vía de esperanza, se convierten en vías de muerte", lamentó el Cardenal Vegliò.
"¿Ha cambiado algo o todavía permanece la globalización de la indiferencia?". El Purpurado reconoció la generosidad de Italia y otros países de los confines de Europa, quienes en lugar de defender sus fronteras, se preocuparon por el drama de la inmigración, y llamó al resto de Europa a ayudar en esta emergencia. "Debemos reconocer que ha habido muchos pequeños pasos, muchos brazos se abrieron y muchas manos se tendieron. Hoy les agradecemos a los habitantes de Lampedusa, el haber sido capaces de crear generosidad, sobre todo al mirar a los migrantes a los hijos y decirles a cada uno de ellos: 'Tú eres mi hermano'".
"Miles de ellos huyeron de la guerra, de las tensiones étnicas, los conflictos y las persecuciones, la pobreza, y la falta de prospectivas de futuro. Y en estos meses habéis sido el abrazo que acoge a hombres y mujeres, niños y jóvenes, llegados a esta isla después de viajes marcados por la amenaza y el peligro, pero también por la esperanza y el coraje", añadió.
La autoridad vaticana indicó que las cuestiones relacionadas con los flujos migratorios tocan la realidad misma de la inmigración, señalando que si fuera correctamente gestionada, en la regularidad y la seguridad, no sería una amenaza, sino una oportunidad para Europa "que hoy está vieja y cansada".
"Cuando, como decía el Papa Francisco, Europa recupere sus raíces cristianas de su generosidad abierta al próximo, el continente rejuvenecerá, porque sus raíces están caracterizadas por la acogida, el respeto de la diversidad y de la búsqueda del bien común", afirmó.
Además, el Cardenal Vegliò recordó la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, donde el Papa Francisco afirma que es necesario recordar que el planeta es de toda la humanidad y para toda la humanidad, y que solo el hecho de nacer en un lugar con menos recursos o desarrollo no justifica que las personas vivan con menor dignidad.
El Cardenal Vegliò también rememoró sus años como representante del Papa en Senegal, donde conoció la "Casa de los Esclavos", en la isla de Goreé, desde donde inmigraron millones de jóvenes africanos llevados como esclavos a las Américas. "Tanto en el pasado como en el presente –dijo-, África es despojada no solo de sus riquezas, sino también de sus fuerzas juveniles. Pido al Señor que las instituciones de la Unión Europea y la Comunidad Internacional se dejen convencer para actuar con mayor coordinación y con auténtico espíritu de colaboración, para la creación de un mundo más justo, más solidario y humano".
La autoridad vaticana concluyó su homilía con una oración: "Señor, Tú eres misericordioso y grande en el amor, bueno con todos, te pedimos que tu ternura se expanda de mar a mar. Danos un corazón como el tuyo, capaz de mirar al hermano, acogerlo los brazos abiertos, sintiéndonos responsables los unos de los otros. Haz de nosotros colaboradores en la construcción de tu Reino, para que todos tengamos vida y la tengamos en abundancia. Amén".