"Hace unos días, la fuerza aérea iraquí comenzó a bombardear Mosul, y los ataques aéreos están aumentando de intensidad cada día. Ayer las carreteras que atraviesan la llanura de Nínive estaban llenas de caravanas de vehículos con familias musulmanas que huían de Mosul hacia Erbil y el Kurdistán iraquí". El Arzobispo caldeo (católico) de Mosul, Mons. Amel Shamon Nona describe así la situación en la ciudad conquistada el 9 de junio por los insurgentes sunitas encabezados por militantes yihadistas del Estado Islámico de Irak y del Levante (Siria).
Según señala la agencia vaticana Fides, los ataques aéreos siguen haciendo que la ciudad se quede bacía de civiles, mientras que los milicianos siguen controlando los barrios y se registran incursiones de grupos armados en las iglesias.
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Entre ayer y anteayer, indica el Arzobispo, "grupos armados asaltaron la Iglesia siro-ortodoxa de San Efrén y la siro-católica dedicada a San Pablo. El ataque duró unos diez minutos, y se ha confirmado que de la Iglesia siro-ortodoxa se han llevado la cruz del altar". Los primeros días tras la caída de Mos
ul, en manos de los insurgentes, grupos de musulmanes habían presidiado las iglesias para evitar los saqueos.
Con respecto a las dos hermanas y tres huérfanos secuestrados en Mosul el 28 de junio, hasta el momento los esfuerzos para obtener su liberación de inmediato tentados por las autoridades eclesiásticas locales a través de canales confidenciales de mediación no han tenido éxito.
Mientras tanto, en las ciudades y pueblos de la llanura de Nínive la interrupción de los suministros de electricidad y agua comienza a crear situaciones de emergencia humanitaria entre la población, en parte debido a las altas temperaturas que están afectando a la región. Toda la zona de la llanura, hasta unas pocas decenas de kilómetros de Mosul, está ahora bajo el control militar kurdo. Pero la milicia kurda Peshmerga no manifiesta por ahora la intención de coordinarse junto con las tropas del gobierno iraquí para entrar en conflicto contra los insurgentes sunitas.
Varios analistas especulan un pacto no escrito de no agresión entre los kurdos y los insurgentes sunitas: una posible fragmentación de Iraq alentaría el proyecto de la independencia deseado desde siempre por los kurdos del norte de Irak.
Por eso los líderes kurdos podrían tener ahora una convergencia tácita de intereses con los yihadistas, que a su vez, en su rápido avance en el territorio iraquí, han podido contar con el apoyo de las tribus suníes relacionadas con el Baath, el partido de Saddam Hussein, cuya red había sido expulsada después de la caída del régimen.
El Partido Baath, que una vez fue símbolo del nacionalismo pan-árabe, es el mismo que en Siria proporciona una base al régimen de los al-Assad. Un entorno en el que se capta en toda su complejidad, que no es ajeno al juego de contradicciones, alianzas, conspiraciones, oposiciones e intereses que están sacudiendo esas áreas de Oriente Medio.