El Arzobispo de Los Ángeles (Estados Unidos), Mons. José Gómez, recordó que Dios llama a sus hijos a ser santos y para eso les ha brindado, a través de la Iglesia, los sacramentos de la Confesión y la Eucaristía, con los cuales los fieles van al encuentro de Cristo.
"La Iglesia nos traza el camino de la santidad, especialmente a través del encuentro con Cristo en la Eucaristía y en la Confesión. Si se lo permitimos, Dios va a usar estos medios para cambiarnos, para transformarnos en personas que tengan un corazón lleno de misericordia, personas amables y humildes, mansas de corazón y pacientes", afirmó en su última columna publicada en ACI Prensa.
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El Arzobispo recordó que "la santidad es el hermoso destino que Dios quiere que todos alcancemos" y esta es "una de las verdades que aprendemos de nuestra reflexión sobre el Sagrado Corazón de Jesús. El corazón de Jesús es la fuente de toda vida y santidad. Al celebrar esta semana esta gran fiesta, debemos reflexionar sobre el amor que Jesús nos tiene y sobre su hermoso plan para nuestras vidas".
En ese sentido, indicó que "Jesús nos llamó a cada uno de nosotros a ser perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto", y si bien "seguimos siendo pecadores", gracias a la santidad de Cristo "el pecado y la debilidad no tienen la última palabra en nuestras vidas. Justamente porque Jesús es santo, los pecadores podemos llegar a ser santos".
"En términos prácticos, la manera de crecer en santidad consiste en imitar a Jesús, en seguir sus pasos y en tratar de vivir en este mundo como Él lo hizo, con sus mismas actitudes y reacciones", explicó.
Y si bien "todos somos diferentes, la santidad será diferente para cada uno de nosotros. Pero todos buscamos la santidad de la misma manera (…). Buscamos la santidad tratando de servir a nuestros prójimos y de dar gloria a Dios en todo".
Mons. Gómez alentó a seguir el llamado del Papa Francisco a no tener miedo de la santidad, "no tengas miedo de apuntar a lo alto, de dejarse amar y purificar por Dios".
"La santidad no es algo heroico o extraordinario; es algo ordinario. Consiste en ser alegre, en realizar nuestro trabajo diario, en llevar a cabo nuestras tareas cotidianas, sin importar cuán pequeñas sean, llenos de amor a Dios y atentos a las necesidades de los demás", afirmó.
Por ello, invitó a rezar unos por otros para "que crezcamos en nuestro deseo de ser santos y de ayudar a otros a hacerse santos. Que la santidad sea nuestra esperanza. Hagamos un nuevo compromiso de seguir el camino de Jesús y de dejar que su amor actúe en nuestras vidas".
"Pidámosle a nuestra Santísima Madre María que nos ayude a crecer en la conciencia de que somos hijos de Dios, y que fuimos creados para la santidad", concluyó.
Las columnas de Mons. Gómez pueden leerse en: http://www.aciprensa.com/josegomez/