Un monumento histórico nacional fue nuevamente víctima de la inseguridad: el viernes pasado fue sustraído de la entrada de la basílica de Nuestra Señora del Rosario, en el convento de Santo Domingo, del barrio de San Telmo, una importante pieza de la estatua en memoria de Mons. Marcolino Benavente.
El Prelado fue el quinto Obispo de San Juan de Cuyo y fundador del colegio Lacordaire, conocido por haber impulsado la instalación del Cristo Redentor de la Cordillera de los Andes, en la frontera entre la Argentina y Chile.
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El ataque perpetrado dio con el escudo episcopal de monseñor Benavente, realizado en bronce. Este símbolo de la historia nacional y eclesial fue apalancado por dos o tres personas mientras el sacristán de la basílica preparaba los elementos para la misa.
Según pudo constatar AICA, los robos en el convento son habituales, y a pesar de que se realizaron insistentes pedidos, ningún policía custodia este espacio de la ciudad al que afluyen miles de turistas para ver el templo y el mausoleo de Manuel Belgrano.
La obra refleja el ministerio fecundo del obispo dominico y su esfuerzo por dar un testimonio de paz y hermandad entre los pueblos de Chile y de la Argentina. La imagen, compuesta de metales y mármol, fue emplazada en 1911 en el convento de Santo Domingo para rendir homenaje al obispo, fallecido un año antes, luego de un extenso ministerio como obispo de las provincia de San Juan y Mendoza, eximio predicador y educador de generaciones de referentes sociales y políticos de aquella época.
Fray Marcolino Benavente nació el 17 de agosto de 1845. Demostró desde el inicio de su vida religiosa y sacerdotal sus excepcionales dotes oratorias que desplegó a lo largo y ancho del país y en el exterior. Fue prior varias veces del convento de Santo Domingo, fundador y rector del célebre Colegio Lacordaire y obispo de Cuyo desde 1899. A su iniciativa se debe el monumento al Cristo Redentor inaugurado en 1904 en la Cordillera de Los Andes.
Fray Juan Pablo Sicouly, síndico del convento, dijo a AICA que este tipo de robos supone una pérdida de los símbolos que recuperan la íntima unión entre la historia de la Iglesia y la historia nacional, y lamentó que los robos se produzcan con tanta frecuencia. "Estamos acostumbrados", expresó.
"Hasta hace poco, siempre venían a robarnos, y al advertirlo teníamos que pasearnos por las casas de antigüedades del barrio porque enseguida se iban de acá y lo cambiaban por plata", ilustró el sacerdote. "Siempre intentan robar cosas de bronce. Una práctica muy común que tienen es mostrarse interesados por algún monumento u obra y enseguida empiezan a tocarlo para ver si pueden aflojar algo y llevárselo", explicó.
Aunque el sacerdote se mostró agradecido por la gentileza de los oficiales que tomaron la denuncia, insistió en que necesitan la presencia de algún efectivo de Seguridad para custodiar este espacio. Además de los robos en el convento, son frecuentes los arrebatos a turistas que visitan el monumento al creador de la bandera, Manuel Belgrano, o también a los oficinistas que utilizan los escalones del patio colonial para distraerse en la hora de almuerzo.
"Hemos pedido seguridad, pero la policía no nos puede dar guardia porque tienen que ir todos a Plaza de Mayo. Al menos nos han asegurado patrullar la zona", contó el fraile.
Para el Padre Sicouly, el problema va más allá de la situación concreta del robo, y comprende la pérdida del patrimonio histórico, artístico, cultural y religioso de la ciudad y de todos los argentinos: "El monumento es testimonio de la historia. Si se roban una manija vaya y pase, pero el testimonio de un objeto que manifiesta un momento de la historia es otra cosa".