El Arzobispo siro católico de Mosul, Irak, Mons. Youhanna Boutros Moshe, hizo un llamado de auxilio a la comunidad internacional para que actúe sobre la crisis generada por el avance del yihadista Estado Islámico de Irak y del Levante.
"No podemos dejar pasar días y semanas en la pasividad. La falta de acción se convierte en complicidad con el crimen y en abuso de poder. El mundo no puede hacer la vista gorda ante la tragedia de todo un pueblo que huye de sus casas en unas pocas horas, llevándose consigo sólo la ropa que tiene puesta", expresó Mons. Moshe desde Qaraqosh, Irak, a través de un comunicado enviado a la agencia vaticana Fides y publicado el 26 de junio.
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"Ante la tragedia por la que atraviesa nuestro pueblo, hago un llamamiento a la conciencia de los líderes políticos de todo el mundo, a las organizaciones internacionales y a todos los hombres de buena voluntad; es necesario intervenir de inmediato para poner fin al deterioro de la situación, trabajando no sólo a nivel de ayudas humanitarias, sino también política y diplomáticamente", añadió.
El Arzobispo de Mosul es uno de las pocas personas que continúan en la ciudad de Qaraqosh (Irak), donde los insurgentes sunitas, dirigidos por los yihadistas del Estado Islámico de Iraq y del Levante, sometieron a la población –de mayoría cristiana-, lanzando misiles y granadas contra la población.
El 25 de junio Mons. Moshe trató de mediar entre las fuerzas de oposición con la intención de preservar la ciudad de Qaraqosh de la destrucción. Por el momento, el intento no ha tenido éxito. Los insurgentes suníes piden a las milicias kurdas que se retiren, mientras que los kurdos no permiten que los insurgentes se acerquen a las fronteras del Kurdistán iraquí.
El problema comenzó años atrás, durante el régimen laico de Sadam Hussein -de la minoría sunita-, cuando la mayoría chiíta y la minoría kurda se sintieron desplazados y sufrieron la represión de la dictadura.
Después, tras la caída del régimen y el retiro de las tropas estadounidenses en 2011, el primer ministro Nuri al Maliki –chiíta-, no cumplió con su promesa de formar un gobierno que incluyera a todas las etnias de Irak. Los sunitas se unieron a los milicianos yihadistas, que buscan crear un estado islámico en los territorios de Siria e Irak; mientras que la etnia kurda anunció su intención de crear el Kurdistán.
En la ciudad de Qaraqosh, junto a Mons. Moshe, quedan algunos sacerdotes y jóvenes cristianos, que decidieron no huir. Aseguran que en los últimos días, llegaron a la ciudad nuevas armas para reforzar las milicias kurdas que se resisten al avance de los insurgentes sunitas.
Mons. Moshe señaló que la impresión es que se está preparando el terreno para un enfrentamiento directo. Según el Arzobispo, la peor parte la llevan los cristianos, afectados por los conflictos: "Qaraqosh y las otras ciudades de la llanura de Nínive han sido mucho tiempo lugares de paz y convivencia. Nosotros, los cristianos estamos desarmados, y como cristianos, no hemos alimentado ningún conflicto ni problema con los suníes, chiíes, kurdos u otras realidades que conforman el país de Irak. Sólo queremos vivir en paz, trabajando con todo el mundo y en el respeto hacia todos".
Por su parte, el sacerdote siro-católico Nizar Semaan, también cristiano superviviente en Qaraqosh, denunció que "los gobiernos europeos y occidentales a menudo hablan de los derechos humanos de forma intermitente e interesada, hundiéndose después en un silencio cómodo cuando sus operaciones y sus análisis de los problemas de Oriente Medio, se revelan miopes y desastrosos".
"Para ser claros, el Arzobispo no pide que se resuelva la situación mediante el envío de más armas a Oriente Medio. Han sido también las intervención armadas occidentales las que han desencadenado el caos lleno de sangre y violencia que perjudica a nuestro pueblo", lamentó.