Diversas iglesias y centros católicos en Italia se están transformando para, además de dar asistencia espiritual a los fieles, ofrecer una primera acogida a los miles de inmigrantes que atraviesan las aguas del mar Mediterráneo con la esperanza de un futuro mejor.
En la isla de Sicilia, al sur de Italia, siguiendo el llamado del Papa Francisco a ir hacia las periferias de la sociedad, el Padre Sergio Mattaliano, párroco de San Juan María Vianney en Palermo, ha abierto el templo para alojar a un grupo de 225 inmigrantes africanos.
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"Periferias que acogen otras periferias. La iglesia de Palermo ofrece lo más precioso que tiene y que más quiere para acoger a centenares de migrantes, que llevan sobre el cuerpo y el alma las señales del miedo, del dolor, del naufragio", así describe este gesto el diario de la Conferencia Episcopal Italiana, Avvenire, el 17 de junio.
Con la ayuda de un grupo de voluntarios de la parroquia, el P. Mattaliano desalojó el área litúrgica de la iglesia donde estaban los bancos, y colocó en su lugar decenas de camas que dan espacio a los jóvenes inmigrantes que "buscan un refugio bajo los brazos de Cristo crucificado".
Lo mismo hizo el Padre Mauricio Francoforte con 25 jóvenes inmigrantes en la sede histórica del Centro Padre Nuestro, fundado por el Beato Don Pino Puglisi, en el barrio de Brancaccio.
Así mismo, otros 200 jóvenes fueron alojados en los locales cercanos a la parroquia Santísima María Consoladora, en el barrio Ruffini, y unos 100 fueron llevados al centro de Santa Rosalia y San Carlo de Caritas.