El Papa Francisco hizo un llamado a mejorar la calidad de vida de los gitanos, un grupo social colocado a menudo en los márgenes de la sociedad que necesita ser alejado de las nuevas formas de esclavitud a la que está expuesto.
"Los grupos más débiles son los que con más facilidad se vuelven víctimas de nuevas formas de esclavitud" porque "de hecho son las personas menos tuteladas las que caen en la trampa de la explotación, de la mendicidad forzada y de diversas formas de abuso. Los gitanos se encuentran entre los más vulnerables, sobre todo cuando no hay ayudas para la integración y la promoción de la persona en las diversas formas del vivir civil", expresó el Papa.
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Francisco concedió hoy una audiencia a los participantes del encuentro mundial "La Iglesia y los gitanos: anunciar el Evangelio en las periferias'', organizado por el Pontificio Consejo de la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.
En su intervención, el Papa afirmó que el tema hace alusión ''a la memoria de una relación entre la comunidad eclesial y el pueblo gitano, a la historia de un camino para conocerse, para encontrarse y, además, a los retos de hoy, un reto que concierne a la pastoral ordinaria y también a la nueva evangelización''.
En ese sentido, recordó que a menudo los gitanos se encuentran al margen de la sociedad, con escasa participación en las dinámicas políticas, económicas y sociales del país donde están, y hasta vistos "con hostilidad y sospecha".
Se trata de "una realidad compleja pero, ciertamente, también el pueblo gitano está llamado a contribuir al bien común y esto es posible con itinerarios adecuados de corresponsabilidad, en la observancia de los deberes y en el respeto de los derechos de cada uno", señaló.
Francisco recordó que las causas de la actual miseria en varios sectores de la población son la carencia de estructuras educativas, el difícil acceso a la asistencia sanitaria, la discriminación en el mercado del trabajo y la falta de viviendas decentes.
Ante esto, indicó que el Evangelio es "anuncio de alegría para todos y de forma especial para los más débiles y marginados. A ellos estamos llamados a garantizar nuestra cercanía y nuestra solidaridad siguiendo el ejemplo de Jesucristo que testimonió que son los predilectos del Padre''.
Pero es necesario que, junto a esta acción solidaria en favor del pueblo gitano, ''esté también el empeño de las instituciones locales y nacionales y el sostén de la comunidad internacional para individuar proyectos e intervenciones destinadas a mejorar la calidad de vida''.
El Santo Padre alentó al Pontificio Consejo a proseguir su tarea sin desalentarse para que los gitanos "encuentren en ustedes hermanos y hermanas que los aman con el mismo amor con el que Cristo amó a los marginados. Sean para ellos el rostro acogedor y alegre de la Iglesia".