El Obispo de San Francisco (Argentina), Mons. Sergio Osvaldo Buenanueva, compartió una reflexión sobre los divorciados en nueva unión, en la que recordó que la Iglesia no condena a estas personas, sino que las ama y busca acompañarlas en su situación concreta.
Mons. Buenanueva afirmó que la Iglesia invita a los divorciados a la fe y a la conversión, a la esperanza y a la oración, a vivir intensamente el amor de Cristo. Aseguró que la Iglesia sufre y llora con esta ruptura, que nunca es un paso querido ni vivido con frialdad: "Deja heridas que lo son también del cuerpo de la Iglesia", precisó.
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El Obispo reconoció que la Iglesia no deja de señalar la gravedad de estas rupturas: "Lo hace por la conciencia fuerte de lo que significa el sacramento del matrimonio, porque los esposos cristianos son signo del amor indisoluble de Cristo por la Iglesia. Entre esa unión indisoluble y el sacramento de la unidad se da un vínculo de reciprocidad: el matrimonio lleva a la Eucaristía, y la Eucaristía al matrimonio".
"Esa es la belleza del Evangelio del amor humano y la familia –añadió- que la Iglesia no dejará nunca de predicar a quienes sienten la llamada al matrimonio. Mucho más cuando la cultura ambiente y la legislación civil van en la dirección contraria".
El Prelado reconoció que en el caso de un cristiano que se divorcia, se genera un sufrimiento mayor al psicológico, que "toca lo más hondo de su persona como creyente y de su respuesta a Dios".
Mons. Buenanueva también insistió en la importancia de que los bautizados en nueva unión participen de la celebración eucarística, a pesar de no poder comulgar sacramentalmente. Afirmó que la Sagrada Eucaristía es valiosa y significativa, capaz de obrar milagros en el corazón de quien celebra con fe el sacrificio pascual de Jesús, y afirmó que la cuestión de si pueden o no comulgar es una reducción de la pastoral familiar.
"La pastoral familiar tiene aquí desafíos de largo alcance. La Iglesia va a seguir buscando los caminos adecuados para acompañar a los separados en nueva unión. Pero su acción pastoral busca, sobre todo, que se viva en profundidad, con perseverancia y alegría la buena noticia del matrimonio según el Evangelio".
El Obispo también lamentó que la palabra "matrimonio" comience a significar cosas distintas en la legislación civil, en la cultura y en la fe católica. Aseguró que el desafío de fondo para la Iglesia es ayudar a los bautizados, especialmente a los más jóvenes, a preparar un proyecto de vida matrimonial y familiar que tenga futuro.
"El camino sinodal está abierto. El Espíritu está alentando el caminar de la Iglesia, despertando en ella el deseo de ser fiel, sobre todo, al designio del Creador sobre el varón y la mujer y al Evangelio, en medio de este mundo, más necesitado que nunca de la luz de Cristo", concluyó.