En una breve ceremonia de despedida, el Papa Francisco se despidió de Jordania y partió en helicóptero hacia Belén (Palestina), donde continuará la segunda jornada de su visita a Tierra Santa, que culminará el lunes 26.
Durante su estancia en Jordania, el Santo Padre presidió una Misa en el Estadio Internacional de Amman, visitó el río Jordán –donde rezó por unos minutos-, y se reunió con refugiados y discapacitados en la Iglesia Latina de Betania. Asimismo, dirigió un discurso a las autoridades de este país.
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En sus discursos y homilía, el Papa hizo enérgicos llamados a la paz en la región, especialmente en Siria, donde la guerra entre los rebeldes y el Gobierno ya lleva tres años, ocasionando cada día más muertos, destrucción y obligando a miles de personas -entre ellos numerosos cristianos-, a dejar sus hogares y convertirse en refugiados.
"Me dirijo a la comunidad internacional para que no deje sola a Jordania ante la emergencia humanitaria que se ha creado con la llegada de un número tan elevado de refugiados, sino que continúe e incremente su apoyo y ayuda", expresó Francisco.
Además, señaló que "la paz no se puede comprar: es un don que hemos de buscar con paciencia y construir 'artesanalmente' mediante pequeños y grandes gestos en nuestra vida cotidiana".
"El camino de la paz se consolida si reconocemos que todos tenemos la misma sangre y formamos parte del género humano; si no olvidamos que tenemos un único Padre del cielo y que somos todos sus hijos, hechos a su imagen y semejanza", señaló.
Asimismo, durante la Misa en el Estadio Internacional de Amman –donde 1400 niños recibieron su Primera Comunión-, el Pontífice centró su homilía en la acción del Espíritu Santo. "La misión del Espíritu Santo consiste en generar armonía –Él mismo es armonía– y obrar la paz en situaciones diversas y entre individuos diferentes", explicó.
La primera jornada también tuvo momentos emotivos, como cuando una adolescente refugiada dirigió al Papa unas palabras en español para dedicarle una canción a la Virgen María, a nombre de un grupo de niños y adolescentes que eran dirigidos por religiosas.