Al recibir este sábado a los participantes de la Asamblea nacional de la Conferencia italiana de los Institutos Seculares, el Papa Francisco los alentó a vivir la oración y la acción, y aseguró que "la pasión misionera, la alegría del encuentro con Cristo, que los impulsa a compartir con los demás la belleza de la fe, aleja el riesgo de quedarse atascados en el individualismo".
El Santo Padre advirtió que "el pensamiento propone que al hombre como artífice de sí mismo, guiado sólo por sus propias decisiones y sus propios deseos, a menudo recubiertos con el traje aparentemente hermoso de la libertad y el respeto, amenaza con socavar los cimientos de la vida consagrada, especialmente de la secular"
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Por ello, dijo, "es urgente volver a evaluar su sentido de pertenencia a su comunidad vocacional que, precisamente porque no se funda en una vida común, encuentra sus puntos fuertes en el carisma".
Francisco también les agradeció "por lo que hacen en la Iglesia. Muchas gracias por la oración y la acción. Gracias por la esperanza y no olviden, ¿eh?: ¡sean revolucionarios!".
"¡No se desalienten: ustedes forman parte de esa Iglesia pobre y en salida que sueño! Por vocación ustedes son laicos y sacerdotes como los demás y entre los demás, llevando una vida ordinaria, sin signos exteriores, sin el apoyo de una vida comunitaria, sin la visibilidad de un apostolado organizado o de obras específicas".
El Santo Padre les indicó que "tienen solo la riqueza de la experiencia totalizante del amor de Dios y por ello, son capaces de conocer y compartir las fatigas de la vida en sus múltiples formas, fermentándolas con la luz y la fuerza del Evangelio".
"Están en el mundo pero no son del mundo, llevando dentro de ustedes lo esencial del mensaje cristiano: el amor del Padre que salva. Están en el corazón del mundo con el corazón de Dios".
El Papa señaló que son "pobres entre los pobres, pero con el corazón ardiente. Nunca estancados, siempre en camino. Juntos y enviados, aun cuando están solos, porque su consagración hace que ustedes sean una chispa viva de la Iglesia".
"¡Siempre en camino con esa virtud que es una virtud peregrina: la alegría! ¡Gracias, queridos amigos, por lo que son! ¡El Señor los bendiga y la Virgen María los proteja! ¡Y recen por mí!", concluyó.