Benedicto XVI concedió recientemente una entrevista en la que recordó su estrecha amistad con el Beato Juan Pablo II, la intensa relación que el Papa polaco tuvo con Dios, sus principales encíclicas, sentido del humor y defensa de la verdad, aspectos que durante los años de colaboración le permitieron tener clara la santidad de su predecesor.

"Que Juan Pablo II fuera un santo, en los años de la colaboración con él me ha sido continuamente cada vez más claro. Hay que tener en cuenta ante todo naturalmente su intensa relación con Dios, ese estar inmerso en la comunión con el Señor", afirmó el Sumo Pontífice Emérito al periodista polaco Wlodzimierz Redzioch.

Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram

Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:

Durante la entrevista difundida el 20 de abril por el diario español La Razón, el exPrefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe destacó también "la valentía" con que Juan Pablo II "asumió su tarea en un tiempo realmente difícil".

"Juan Pablo II no pedía aplausos, ni ha mirado nunca alrededor preocupado por cómo eran acogidas sus decisiones. Él ha actuado a partir de su fe y de sus convicciones y estaba también dispuesto a sufrir golpes. La valentía de la verdad es, a mi modo de ver, un criterio de primer orden de la santidad. Sólo a partir de su relación con Dios es posible entender también su indefectible empeño pastoral", afirmó.

En ese sentido, recordó la decisión del futuro santo de hacer frente a la teología de la liberación que se estaba difundiendo en América Latina. "Tanto en Europa como en América del Norte era opinión común que se trataba de un apoyo a los pobres y por tanto de una causa que se debía aprobar sin más. Pero era un error. La pobreza y los pobres eran sin duda tematizados por la Teología de la liberación pero con una perspectiva muy específica", explicó.

Benedicto XVI advirtió que esta corriente usaba la fe cristiana y la transformaba "en una fuerza de tipo político. Las tradiciones religiosas de la fe eran puestas al servicio de la acción política. De este modo, la fe era profundamente alienada de sí misma y se debilitaba así también el verdadero amor por los pobres (…). A una tal falsificación de la fe cristiana era necesario oponerse también precisamente por amor de los pobres y en favor del servicio a ellos".

En ese sentido, la situación de su patria Polonia –dominada entonces por el comunismo-, "le había mostrado que la Iglesia debe verdaderamente actuar para la libertad y la liberación no en modo político, sino despertando en los hombres, a través de la fe, las fuerzas de la auténtica liberación".

Durante la entrevista, el también Obispo Emérito de Roma destacó que la colaboración con el futuro santo "estuvo siempre caracterizada por la amistad y el afecto. Ésta se desarrolló sobre todo en dos planos: el oficial y el privado". "El Papa era muy versado en literatura alemana contemporánea y era siempre hermoso (para los dos) buscar juntos la decisión justa sobre todas estas cosas", añadió.

Además, recordó que cada martes "se trataban las catequesis del miércoles con grupos compuestos cada vez en modo diverso. Por medio de las catequesis, el Papa había decidido ofrecer con el tiempo un catecismo. Él indicaba los temas y hacía preparar breves consideraciones preliminares para desarrollar luego (…). También aquí emergía la competencia teológica del Papa. Pero al mismo tiempo, yo admiraba su disponibilidad a aprender".

Asimismo, tras mencionar el trabajo a favor de la unidad de los cristianos, Benedicto XVI destacó como "tres las encíclicas de particular importancia" de Juan Pablo II. La primera es "Redemptor hominis", donde ofreció su síntesis personal de la fe cristiana; "Redemptoris missio", en la que "examina la relación entre el diálogo de las religiones y la tarea misionera"; y "Veritatis splendor", donde aborda los problemas morales y que "sigue siendo de permanente actualidad".

"De gran significado es también la encíclica 'Fides et ratio', en la que el Papa se esfuerza por ofrecer una nueva visión de la relación entre fe cristiana y razón filosófica. Por último es absolutamente necesario mencionar la 'Evangelium Vitae', que desarrolla uno de los temas fundamentales de todo el pontificado de Juan Pablo II: la dignidad intangible de la vida humana, desde el momento mismo de la concepción", añadió.

Benedicto XVI también explicó que la espiritualidad de su predecesor se caracterizaba "por la intensidad de su oración y por tanto estaba profundamente arraigada en la celebración de la Santa Eucaristía". Además "todos nosotros hemos conocido su gran amor por la Madre de Dios. Donarse del todo a María significó ser, con ella, totalmente para el Señor. Así como María no vivió para sí misma sino para Él, del mismo modo, él aprendió de ella y del estar con ella una completa y rápida dedicación a Cristo".

"Mi recuerdo de Juan Pablo II está lleno de gratitud. No podía y no debía intentar imitarle, pero he tratado de seguir llevando adelante su herencia y su tarea lo mejor que he podido", finalizó.

La entrevista completa puede leerse en http://www.larazon.es/detalle_normal/noticias/6155624/religion/benedicto-xvi-juan-pablo-ii-era-un-santo-que-no-buscaba-el-aplauso#.U1VN3fl5Pfc