Mons. Luis Augusto Castro Quiroga, Arzobispo de Tunja y ex presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, ha afirmado que el papel de la Iglesia dentro del proceso de paz en Colombia es devolver al país su sentido de humanidad.
"Estamos muy comprometidos como Iglesia, porque sabemos que no basta con firmar un acuerdo de paz en un papel, sino que es importantísimo que vayamos creciendo en humanidad para tener verdaderamente un país en paz", explicó en una entrevista concedida a ACI Prensa en Roma.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
"El país está infectado por la guerra, vivimos en un ambiente de guerra", y el papel de la Iglesia "es humanizar de nuevo al país y hacer que la vida recupere su valor, que cada ser humano recupere el respeto que le es debido y que debe dar a los demás, y que los derechos humanos se cumplan".
Mons. Castro, condecorado por el gobierno por su destacada contribución a la consolidación de la paz en el país en 2011, afirmó además que la guerra "ya no tiene ningún sentido" y "hasta la guerrilla se dio cuenta de eso".
Además señaló que la Iglesia en el país intervino en diferentes ocasiones en el proceso de paz para favorecer el acercamiento entre el gobierno y la guerrilla, y afirmó que actualmente los diálogos entre ambas partes se siguen desarrollando en La Habana, Cuba. "Se están adelantando con seriedad, no con la rapidez con que se quisiera, pero se avanza, que eso es lo importante", dijo.
El Prelado, quien desde hace años dirige la Diócesis de Tunja, explicó en este sentido, que el país vive en guerra desde hace más de 50 años y "de una manera u otra, la guerra nos ha deshumanizado". "Tenemos que recuperar ese sentido profundo de humanidad, de valor de la vida, de fraternidad entre nosotros, que es lo más importante para que podamos hablar de paz", animó.
Por último, indicó que los obispos del país mantienen la esperanza de ver el final de la guerra, aunque recuerdan que hay que poner en primer lugar la humanización. "Es una gran esperanza la que tenemos. Sin embargo, el problema grande de la paz no es simplemente parar la guerra, sino reconstruir la nación y la humanidad de cada colombiano", concluyó.