Al presidir la Misa Crismal, el Arzobispo Metropolitano de Piura (Perú), Mons. José Antonio Eguren, alentó a los sacerdotes de su arquidiócesis a que "forjemos siempre nuestro corazón sacerdotal en el Inmaculado y Doloroso Corazón de Santa María".
Mons. José Antonio Eguren exhortó a los presbíteros a que "no nos cansemos de mirar siempre a María. Como hijos verdaderos y predilectos suyos que somos, amémosla con profunda piedad filial, es decir con los sentimientos nobles y puros del Sagrado Corazón de Jesús".
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
"Sólo así seremos ministros humildes, pobres, obedientes y castos del Señor; viviremos la donación total de nuestras vidas a Cristo y a Su Iglesia, y se hará realidad en nosotros la bella expresión del Salmista: '¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!'".
Mons. Eguren indicó que "la Misa Crismal es como un anticipo de la gran solemnidad de la Vigilia Pascual, es una celebración peculiar y única en cada diócesis donde el Obispo junto con sus sacerdotes consagra el Crisma y bendice los Óleos de los catecúmenos y de los enfermos".
"Todo el pueblo cristiano es convocado para participar en ella ya que esta Eucaristía revela la dignidad que tienen todos los discípulos del Señor por su santificación bautismal".
El Arzobispo animó también la fraternidad entre sacerdotes, pues de esta "depende que hagamos creíble al Señor Jesús. Ella es capaz de mover montañas de indiferencia y suscitar el don de la fe, con más eficacia que mil palabras y planes pastorales, ya que testimonia a nuestros hermanos humanos que el Señor Jesús es real, que Él es el Camino, la Verdad y la Vida; que el amor es real y que se puede vivir; que el Señor salva y reconcilia".
"Por la común misión que estamos llamamos a realizar en la Iglesia y en mundo, podemos decir que la fraternidad sacerdotal tiene un claro punto de referencia en el hecho de que los sacerdotes, en cuanto primeros colaboradores del Obispo, comparten con él y bajo él una misma misión, un mismo peso evangelizador, que no es otro sino edificar el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia, hasta su plenitud".
En su homilía, el Prelado advirtió también que "la murmuración rompe la unidad y la armonía y fomenta el desaliento; lleva a la desobediencia y a la condenación porque viene de la carne y no del Espíritu".
"En este punto de nuestra reflexión también es oportuno preguntarnos: ¿Soy leal y obediente con mi Obispo y reverente con mis hermanos sacerdotes? O es la murmuración, la envidia, la intriga, el 'carrerismo', la queja fácil y la hipocresía lo que avinagra y corrompe mi corazón sacerdotal".
Mons. Eguren pidió a cada sacerdote "que el chisme nunca manche tu boca, ni tu oído, ni tu corazón. Aleja de ti todo espíritu de murmuración y de intriga. Huye rápidamente de toda controversia innecesaria o mezquina como de una tentación grave. No te permitas antipatías ni venganzas".
"Más bien abre tu corazón a tu Obispo y a tus hermanos sacerdotes y sé obediente, abnegado y generoso. Si crees que no tienes nada que ofrecer, yo te digo que tienes tiempo, paciencia y amistad que dar, riquezas tal vez más valiosas que los bienes que dices no tener".
El Arzobispo Metropolitano de Piura reiteró a los presbíteros "mi disponibilidad para servirlos y ayudarlos en todo", al tiempo que les pidió "perdón si alguno de ustedes considera que no le he ayudado, atendido y sostenido lo suficiente como verdadero padre que soy de ustedes. Asimismo les reafirmo mi gratitud por su generosa entrega y confío que siempre demos al Pueblo de Dios un testimonio claro de comunión, fidelidad y santidad".