El Arzobispo de Medellín en Colombia, Mons. Ricardo Tobón Restrepo, destacó en un comunicado que la instrucción Ad resurgendum cum Christo, en la que se recuerdan las normas sobre la sepultura de los muertos y sobre todo la conservación de las cenizas, no presenta ningún cambio en la doctrina católica.
El Prelado aseguró que el documento promulgado por la Congregación para la Doctrina de la Fe es una respuesta al mundo hoy, "cuando el materialismo, el mercantilismo y la superficialidad, dentro de una cultura laicista, llevan a escamotear el misterio de la muerte, a marcar la dicotomía entre cuerpo y espíritu, a querer deshacerse rápidamente de los cadáveres y, en últimas, a negar la vida eterna".
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Aquí presentamos las 5 claves de Mons. Ricardo Tobón para entender la instrucción.
1. Es una ayuda para no olvidar el dogma de la resurrección de la carne
Lo primero que la Iglesia afirma es la resurrección de Cristo, "verdad culminante de la fe cristiana, predicada como una parte esencial del Misterio pascual desde los orígenes del cristianismo".
Y como conclusión de ello que "Cristo nos libera del pecado y nos da acceso a una nueva vida". De esta manera, Cristo resucitado es principio y fuente de nuestra futura resurrección. Más aún, en el Bautismo, nosotros hemos resucitado con Cristo y participamos ya de su vida celestial (cf Rm 6,4; Col 2,12; Ef 2,6).
2. El documento no presenta ningún cambio en la doctrina católica
La Iglesia, en segundo lugar, recomienda insistentemente, de acuerdo con la tradición cristiana, que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios o en otros lugares sagrados.
Es como una memoria de la muerte y sepultura del Señor, es una expresión clara de la esperanza en la resurrección corporal, es un signo del respeto y compasión debidos al cuerpo a través del cual se expresó toda la persona y, finalmente, es una ayuda para que la familia y la comunidad cristiana recuerden y oren por los difuntos.
3. Las críticas nacieron de costumbres impuestas por la sociedad
El asombro se deriva del contraste entre lo que siempre ha enseñado la Iglesia sobre la sepultura de los muertos y las diversas costumbres que se han venido imponiendo y que pueden dejar en penumbra la fe en la resurrección.
Efectivamente, hoy se ha generalizado la práctica de la cremación que luego termina dispersando las cenizas en la montaña o en los ríos, repartiéndolas entre los parientes, convirtiéndolas en recuerdos conmemorativos o integrándolas en piezas de joyería.
4. La cremación sí está permitida
No se opone la Iglesia a la cremación cuando la exigen razones higiénicas, económicas o sociales, pues la cremación no impide al poder de Dios resucitar el cuerpo. Pero establece que, si por razones legítimas se opta por la cremación, las cenizas deben conservarse en un área especial reservada para este fin en los cementerios o en otro lugar sagrado.
Sin embargo, como prescribe el derecho canónico, si la cremación se hace por razones contrarias a la doctrina cristiana, no tiene sentido celebrar las exequias.
No está pues permitido conservar las cenizas en el hogar o esparcirlas en el aire o en el agua, con un malentendido panteísta, naturalista o nihilista.
5. La instrucción es un llamado a practicar las obras de misericordia
Deberíamos ver esta orientación como un oportuno llamado en este Año Jubilar y ahora cuando estamos para comenzar el mes de noviembre a practicar dos obras de misericordia; una corporal: enterrar a los muertos, y la otra espiritual: orar por los difuntos.
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- ACI Prensa (@aciprensa) 25 de octubre de 2016