En el marco de la clausura del año jubilar diocesano, por los 50 años de la fundación de la diócesis de Cruz del Eje, la Fraternidad Monástica Abba Padre, de la localidad cordobesa de Los Cocos, recibió la visita del Nuncio Apostólico en Argentina, Mons. Emil Paul Tscherrig, quien celebró la Eucaristía en el monasterio junto con el Obispo Santiago Olivera y el párroco Hugo Rizzo.
Al comenzar la celebración, Mons. Olivera dio la bienvenida al nuncio apostólico, quien muy agradecido saludó cordialmente a la comunidad en nombre del Santo Padre y transmitió la bendición apostólica como signo de su comunión espiritual.
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Con cercanía de padre, Mons. Tscherrig animó a las religiosas "a ser el pulmón de oración y contemplación en la Iglesia".
"Sean también ustedes como Santa Teresita –dijo-, amor en el corazón de la Iglesia, cuya vida y misión depende de su sacrificio y consagración. Sean testigos de la resurrección en el mundo que pierde siempre más la trascendencia y la esperanza, de que su vida tiene un sentido y un futuro".
"Solamente el toque del amor de Cristo que ha muerto y resucitado para todos los hombres sin excepción puede revivir una humanidad en agonía y derrumbe. Recuerden que Jesucristo a triunfado sobre el pecado y la muerte y está lleno de poder. Su resurrección gloriosa es la fuente profunda de nuestra esperanza. Y no nos faltará su ayuda para cumplir la misión que nos encomienda", agregó.
Mons. Tscherrig pidió a las religiosas que no olviden que la resurrección no es algo pasado, sino que representa aquella fuerza divina que penetra el tiempo y toda la vida del mundo: "Es verdad que las injusticias, maldades, indiferencias y crueldades no han cesado. Pero el Papa nos asegura que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo que tarde o temprano produce frutos".
"Que en un campo arrasado vuelva a aparecer la vida, tozuda e invencible. Habrá muchas cosas negras pero el bien siempre tiende a volver, a brotar y a difundirse. Cada día en el mundo renace la belleza, que resucita transformada a través de las tormentas de la historia", expresó el representante papal, tomando una cita de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium.
"Esta esperanza, queridas hermanas, es fruto de la resurrección –aseguró-. Que su unión íntima con Jesucristo haga de cada una de ustedes un testigo de la presencia de Cristo resucitado entre nosotros, y les dé esta fecundidad que no es contabilizable, pero que tiene la seguridad que no se pierde ninguno de sus trabajos realizados con amor, no se pierde ninguna de sus preocupaciones sinceras por los demás, y que no se pierde ningún cansancio generoso, y ninguna dolorosa paciencia".
Al concluir la Eucaristía, el Nuncio impartió la bendición apostólica a todos los fieles presentes, que con mucha alegría recibieron al representante del Santo Padre en un almuerzo fraterno.