El Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Mons. José María Arancedo, emitió una declaración luego de que diputados de diversos bloques políticos presentaran un proyecto de ley para despenalizar la práctica del aborto en el Congreso Nacional. Ante un hecho "que hace a la vida humana y sus derechos", el Prelado lamentó que se desconozcan la dignidad y las exigencias de la vida concebida.
El también Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz recordó que la protección de la vida en gestación es un derecho humano. "Estamos ante un ser humano y que como tal debe ser tratado; su primer derecho es el derecho a la vida".
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
El Arzobispo afirmó que "no es coherente hablar de la vida y propiciar el aborto", y si bien reconoció que hay "situaciones difíciles y dolorosas", el aborto "nunca es la solución" y evitó caer en juicios dualistas: "no hablamos de una vida sino de dos, la de la madre y su hijo, ambas merecen ser cuidadas y respetadas".
"Debemos tener en cuenta que la fuente última de los derechos humanos no depende de la voluntad o libertad de ninguna persona, ni reside en el poder del Estado, sino sólo en la dignidad del mismo hombre que es connatural a su propia vida, y que es igual en toda persona. Estos derechos son, por otra parte, universales, inviolables e inalienables", aseguró.
Mons. Arancedo reprobó los análisis que presentan el tema desde la libertad de la madre y la "libre decisión", y afirmó que la libertad "no es un principio absoluto, sino una determinación personal y voluntaria que debe reconocer su límite cuando los derechos de otro aparecen, como en este caso, la vida concebida, que se convierte en una realidad vinculante".
"No estamos ante algo o alguien que dependa de la voluntad de nadie, sino de un sujeto con derechos. Si la justicia es dar a cada uno lo que le corresponde, es sabia y necesaria la tutela jurídica frente a la vida naciente e indefensa. No se trata sólo, decía, de una cuestión de fe o religiosa, que ciertamente la fortalece, sino de un tema que tiene su raíz humana y científica, y frente a la cual tenemos la obligación y el derecho de defenderla", enfatizó.
El Arzobispo también reconoció que la defensa de la vida no implica luchar sólo contra el aborto, sino que abarca todo el desarrollo de la vida, principalmente en sus momentos de mayor fragilidad.
"El tema de la vida abarca la totalidad de etapas en las que se desarrolla, pero debemos poner el acento en aquellas que más necesitan de su cuidado. Cuando dejamos de plantear el tema de la vida como prioritario, por ser el primer derecho del hombre, quitamos una referencia esencial que da solidez al mismo sistema jurídico", concluyó.