El Papa Francisco denunció este jueves que la trata de personas es un crimen contra la humanidad, una llaga en el cuerpo de Cristo, y por ello la Iglesia junto a las personas de buena voluntad grita "¡basta!" y llama a aunar esfuerzos para socorrer a las víctimas.
El Papa lanzó estas palabras al recibir a los participantes de la Segunda Conferencia Internacional Combating Human Trafficking: Church and Law Enforcement in partnership, organizada por las Conferencias Episcopales de Inglaterra y Gales. "La trata de personas es una herida abierta en el cuerpo de la sociedad contemporánea, una llaga en el cuerpo de Cristo. Es un crimen contra la humanidad", expresó.
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El Pontífice señaló que este importante encuentro –realizado en el Aula Magna de la Pontificia Academia de las Ciencias- quiere ser también "un gesto de la Iglesia, un gesto de las personas de buena voluntad que quieren gritar ¡basta!".
"El mismo hecho de que estemos aquí, para aunar nuestros esfuerzos, significa que queremos que nuestras estrategias y nuestras áreas de experiencia estén acompañadas y reforzadas por la misericordia del Evangelio y por la cercanía a los hombres y a las mujeres que son víctimas de este crimen", afirmó.
El Santo Padre destacó la participación de las autoridades de la policía, "comprometidas sobre todo en contrastar este triste fenómeno con los instrumentos y el rigor de la ley", y también trabajadores humanitarios, "cuya tarea principal es ofrecer acogida, calor humano y posibilidades de rescate a las víctimas". Francisco explicó que "son dos actitudes diferentes, pero que pueden y deben ir juntas. Dialogar y confrontarse a partir de estas dos actitudes complementarias es muy importante. Por este motivo, Francisco ha afirmado que estos encuentros son "de gran utilidad, diría necesario".
"Pienso que es un signo muy importante el hecho de que, a distancia de un año del primer encuentro, han querido reencontrase, de tantas partes del mundo, con el fin de avanzar en sus esfuerzos comunes. Les doy las gracias por su colaboración y ruego al Señor que los ayude y a la Virgen Santa que los ampare. ¡Gracias!", concluyó el Pontífice.