Convocados por la Vicaría Episcopal de Educación, directivos, docentes y alumnos de los colegios católicos de la ciudad de Buenos Aires (Argentina) se dieron cita en la Catedral local para participar de la tradicional Misa por la educación, que se celebra cada año desde que el Papa Francisco era Arzobispo de Buenos Aires.
Por primera vez, la misa fue presidida por el Cardenal Mario Aurelio Poli, Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina, quien invitó en su homilía a redescubrir a Dios en el amor con que se realiza la tarea educativa, porque "todo amor humano, para los que creemos y caminamos, sabemos que depende de Dios".
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El Purpurado habló a los alumnos tomando el Evangelio del día, en el que Jesús enseña a sus discípulos que amar al prójimo como Él nos ama es el modo más perfecto de cumplir los mandamientos de la Ley, que no son otra cosa que "pruebas del amor a Dios".
"Muchas veces escuchamos este mandamiento –dijo el Arzobispo-. Lo sabemos de memoria, de aquel momento en el que Jesús le lava los pies a sus discípulos. Y lo repite de nuevo en este Evangelio. ¿Se acuerdan cuál es? 'Ámense los unos a los otros como Yo los he amado'".
"¡Qué fácil que es guardarlo en la memoria, pero qué difícil bajarlo a las manos! –observó-. Es difícil, nos cuesta llevarlo a la práctica. Por eso en esta misa le venimos a pedir a Jesús que nos dé fuerza para cumplir el mandamiento nuevo del amor, y amar como Él nos ama".
El Cardenal Poli también recordó que Jesús enseñó que "no hay amor más grande que dar la vida por los amigos", y en este contexto, señaló que Él mismo, con su Pasión y su Cruz, es un amigo: "Jesús es un verdadero amigo, dio la vida por mí y cada uno puede apropiarse de esta frase: 'Subió a la Cruz por mí'".
Dirigiéndose particularmente a los alumnos, el Arzobispo recordó que el ámbito educativo es un espacio propicio para cultivar la amistad al modo que Jesús enseña, y propuso tres notas para vivir una verdadera amistad: es un regalo de la vida y una elección de quienes eligen confiar en uno; no puede basarse en ningún interés mezquino, ya que supone el deseo del verdadero bien por el otro, y supone recordar que "no hay mayor amor que dar la vida por los amigos", aunque se dé "en cuotas", a través de charlas amistosas y gestos.
Al término de la Misa, se presentó una obrada basada en un escrito del Cardenal Poli sobre la historia del "negro Manuel", primer sacristán de la Virgen de Luján. Luego se realizó una oración interreligiosa por la paz y el trabajo en la que participaron representantes del credo judío, cristiano e islámico.