El martes 1 de abril, dos vándalos desconocidos dejaron unas pintas blasfemas en las paredes del monasterio católico de Deir Rafat, cerca de la ciudad de Beit Shemesh, en el centro de Israel.
Las religiosas del monasterio, perteneciente a la familia monástica de Belén, de la Asunción de la Virgen María y San Bruno, confirmaron a la agencia vaticana Fides que entre las pintadas escritas en hebreo, algunas expresan "frases blasfemas contra Jesús y la Virgen María". Otras piden "venganza" y acusan de "nazismo" a Alemania y los Estados Unidos. Incluso algunos coches estacionados en la zona fueron objeto del vandalismo y les reventaron los neumáticos.
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El vandalismo sufrido por el monasterio de Deir Rafat es el último episodio de una serie de actos de intimidación cometidos contra los monasterios cristianos desde febrero de 2012. En varias ocasiones, firmando con las palabras "el precio a pagar", grupos extremistas cercanos al movimiento de los colonos efectuaron ataques contra lugares de culto- iglesias y mezquitas- frecuentados por la población árabe.
Ya antes de estos últimos ataques, Mons. William Shomali, Vicario del Patriarcado de Jerusalén de los Latinos, había expresado la urgente necesidad de combatir estas formas de intimidación no sólo en términos de investigaciones y medidas policiales, sino también "con la promoción de una mejor educación en las escuelas", afirmando su convicción de que "es un proceso a largo plazo" y que "hará falta mucha paciencia".