El Arzobispo de Atlanta (Estados Unidos), Mons. Wilton Gregory, decidió este fin de semana vender la residencia arzobispal que acaba de construir y está valorizada en $2.2 millones de dólares, debido a una ola de críticas de su feligresía.
Según informa la Arquidiócesis de Atlanta en su sitio web, el Arzobispo anunció que desalojará la residencia a principios de mayo y se mudará a otra propiedad arquidiocesana que esté disponible.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
La decisión se tomó después de consultar al "Consejo Pastoral Arquidiocesano , el Consejo de Finanzas Arquidiocesano y el Consejo de Sacerdotes; de escuchar a cientos de feligreses bien intencionados con puntos de vista diferentes algunos de quienes enviaron sus observaciones por escrito y de mi propia oración y reflexión personal", declaró el Arzobispo Gregory.
El 31 de marzo, el Arzobispo publicó una columna en The Georgia Bulletin, periódico de la Arquidiócesis de Atlanta, en la que informó haber recibido muchos mensajes de sus feligreses con duras críticas por su decisión de construir una nueva residencia arzobispal.
"A todos ustedes, les pido mis más sinceras disculpas de corazón", escribió. "Nuestra intención era reconstruir la residencia (arzobispal), pero sé que existen situaciones en todo el país donde obispos diocesanos han abandonado sus casas grandes, algunos por motivos económicos y otros por opción, y siguen encontrando formas de relacionarse con las familias que están a su cuidado pastoral sin la percepción, real o imaginaria, de que llevan una vida lujosa".
La nueva residencia arzobispal de 1.860 metros cuadrados fue financiada con una donación de Joseph Mitchell, sobrino y heredero de Margaret Mitchell, autora de "Lo que el viento se llevó".
Mons. Gregory dijo que cedió la residencia arzobispal original a la Catedral de Cristo Rey para que los sacerdotes pudieran usarla como rectoría debido que este importante templo no contaba con un terreno adyacente para crecer.
Al buscar una nueva residencia arzobispal, dijo, "perdí de vista lo esencial". Según explicó, la idea era construir un local igual a su residencia anterior, con habitaciones y espacios comunes, una cocina grande, una sala de recepciones y otros espacios.
"En lo que no nos detuvimos a pensar, y esta falta recae en mí y nadie más, fue que el mundo y la Iglesia han cambiado".
Mons. Gregory indicó que incluso antes de la elección del Papa Francisco, "nosotros los obispos de la Iglesia sabíamos de la exigencia, por nuestros fracasos y nuestras fragilidades, de vivir de forma más simple, más humilde y más cerca de la imagen de Jesucristo que nos desafía a estar en el mundo sin ser del mundo".
"El ejemplo del Santo Padre, y la manera en que las personas de todos los sectores de nuestra sociedad han respondido a su mensaje de alegría sencilla y compasión sin pretensión, ha puesto la vara alta a todos los católicos e incluso a quienes no comparten nuestra fe".
El Arzobispo afirmó que pese a que él y sus asesores eran capaces de justificar este proyecto, no se previó "el costo en términos de mi propia integridad y credibilidad pastoral con el pueblo de Dios del norte y centro de Georgia".
"No tomé en cuenta el impacto sobre las familias de la arquidiócesis, que aunque batallan por pagar sus hipotecas, gastos generales, matrículas y otras cuentas, responden fielmente todos los años a mis solicitudes de cooperar con el financiamiento de nuestros ministerios y servicios".
También reconoció que no pensó en que había puesto a sus obispos auxiliares, sacerdotes y otros en una "posición difícil" para responder a las críticas e interrogantes de los fieles católicos.
"Les prometo que el servicio a ustedes es la razón por la cual me levanto cada día. No es la casa en la que vivo ni el código postal al cual se envía mi correo", concluyó.