"No hay cristianismo sin la cruz y no hay cruz sin Jesucristo", dijo el Papa Francisco en la homilía de la Misa que celebró esta mañana en la capilla de la Casa Santa Marta.
El Pontífice expresó que "el cristianismo no es una doctrina filosófica, no es un programa de vida para sobrevivir, para ser educados, para hacer las paces. Esas son las consecuencias. El Cristianismo es una persona, una persona alzada en la Cruz, una persona que se aniquiló a sí misma para salvarnos; se hizo pecado y así como en el desierto fue alzado el pecado, aquí se alzó a Dios, hecho hombre y hecho pecado por nosotros".
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
"Y todos nuestros pecados estaban allí. No se entendería el cristianismo sin entender esta humillación profunda del Hijo de Dios, que se humilló y se hizo siervo hasta la muerte y muerte de cruz, para servir".
Según señala Radio Vaticano, el Santo Padre se inspiró en el pasaje del Libro de los Números, donde Dios le dice al pueblo judío que, en el desierto, murmuraban contra Dios y contra Moisés. Entonces, el Señor ordenó a Moisés que hiciera una serpiente y la puso en un asta y quien fuera mordido por la serpiente y la mirara permanecería vivo.
Pero ¿qué es la serpiente?, se preguntó el Papa. "La serpiente es el símbolo del pecado", como vemos en el libro del Génesis cuando "fue la serpiente que sedujo a Eva, para proponer el pecado". Y Dios envía a elevar "el pecado como una bandera de la victoria". Esto "no está claro si no entendemos lo que Jesús nos dice en el Evangelio". Jesús dijo a los judíos: "Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán quien soy". En el desierto fue elevado el pecado, "pero es un pecado que busca la salvación, porque se cura allí".
El que es elevado, destacó, es el Hijo del hombre, el verdadero Salvador, Jesucristo. En el Evangelio de hoy, dijo Francisco, Jesús advierte a los fariseos diciéndoles: "Morirán en su pecado". "No hay ninguna posibilidad de salir por nuestra cuenta de nuestro pecado. Estos doctores de la ley, estas personas que enseñaban la ley, no tenían idea clara acerca de esto. Creían, sí, en el perdón de Dios, pero se sentían lo suficientemente fuertes, lo sabían todo. Y al final hicieron de la religión de la adoración a Dios, una cultura con valores, reflexiones, ciertos mandamientos de conducta para ser educados, y pensaban, sí, que el Señor podía perdonar, lo sabían, pero estaban demasiado lejos de todo esto".
San Pablo "cuando habla de lo que es la gloria dice: 'De nuestros pecados'. Nosotros no tenemos mucho más que ofrecer, esta es nuestra miseria" Sin embargo, "por la misericordia de Dios, nos regocijamos en Cristo crucificado". Y por esto "no hay cristianismo sin la cruz y no hay cruz sin Jesucristo".
El corazón de la salvación de Dios, dijo el Papa, "es su Hijo, que tomó sobre sí todos nuestros pecados, nuestra arrogancia, nuestra seguridad, nuestra vanidad, nuestros deseos de llegar a ser como Dios". Por esto " un cristiano que no se gloría en Cristo crucificado no entiende lo que significa ser cristiano".
Nuestras heridas, prosiguió, "las que dejó el pecado en nosotros, sólo se curan con las heridas de Dios hecho hombre, humillado, aniquilado". "Este es el misterio de la cruz". "No es un adorno, que siempre hay que poner en las iglesias, allí en el altar. No es un símbolo que nos distingue de los demás. La cruz es el misterio, el misterio del amor de Dios, que se humilla, se hace "nada", se hace pecado.
Para concluir, el Santo Padre cuestionó: "¿dónde está tu pecado? 'Pero yo no lo sé, no tengo tantos aquí'. No, tu pecado está allí, en la cruz. Ve a buscar allí, en las heridas del Señor, y tu pecado será sanado, tus heridas sanarán, tus pecados te serán perdonados. El perdón que Dios da no es cancelar una cuenta que tenemos con El: el perdón que Dios nos da son las heridas de su Hijo en la cruz, alzado en la cruz. Que Él nos atrae hacia Él y que nos vamos a sanar".