"Su nombre es Alberto Methol Ferré. Es a él en quien se inspira Bergoglio al juzgar al mundo y al confrontar con la nueva cultura dominante: 'el ateísmo libertino'", afirmó el vaticanista Sandro Magister al explicar la fuente filosófica de la que se nutre el Papa Francisco para denunciar este nuevo "opio del pueblo".
En su última columna publicada en L' espresso, Magister recordó el reciente encuentro entre el Santo Padre y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, donde el Papa Francisco "no ha callado sobre lo que divide a la administración estadounidense respecto a la Iglesia de ese país, sobre cuestiones candentes como 'los derechos a la libertad religiosa, a la vida y a la objeción de conciencia'".
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El Papa "no ama la confrontación directa y pública con los poderosos del mundo. Deja actuar a los episcopados locales. Pero no le hace sombra al propio disenso y tiende a señalar su propio distanciamiento", señaló Magister, al recordar que en las fotos oficiales Francisco "se pone en pose con el rostro rígido, a pesar de las exageradas sonrisas del socio de turno".
"No podría obrar de otro modo, dado el juicio radicalmente crítico que el papa Francisco alimenta dentro de sí, respecto a los actuales poderes mundanos", añadió.
Magister explicó que este juicio el Papa lo ha expresado cuando denuncia al diablo detrás de los poderes políticos y económicos, o cuando criticó el "pensamiento único" que quiere subyugar a toda la humanidad.
Uno de sus parámetros del Pontífice es la novela "El señor del mundo" de Robert Hugh Benson; pero en el origen del juicio de Francisco sobre el mundo de hoy está sobre todo el filósofo uruguayo Alberto Methol Ferré, amigo suyo que falleció en 2009 y con quien platicaba en Buenos Aires.
En la primera edición de un libro-entrevista de Methol Ferrer publicado en 2007, el entonces Arzobispo de Buenos Aires elogió el texto como "de honda metafísica". Y en 2011, en el prefacio a un libro de Guzmán Carriquiry Lecour, Secretario de la Pontificia Comisión para América latina, el Cardenal Jorge Mario Bergoglio "tributó su reconocimiento al 'genial pensador rioplatense' por haber puesto al descubierto la nueva ideología dominante, luego de la caída de los ateísmos mesiánicos de inspiración marxista".
Así, el "ateísmo libertino" denunciado por el filósofo era descrito por el Cardenal como "el ateísmo hedonista" que "junto a sus 'complementos del alma' neognósticos, se ha transformado en vigencia cultural dominante, con proyección y difusión globales, convertido en atmósfera del tiempo que vivimos, en nuevo 'opio del pueblo'".
"El 'pensamiento único', además de ser social y políticamente totalitario, tiene estructura gnóstica: no es humano; reedita las variadas formas de racionalismo absolutista con que culturalmente se expresa el hedonismo nihilista al que se refiere Methol Ferré. Campea el 'teísmo spray', un teísmo difuso, sin encarnación histórica; a lo más creador del ecumenismo masónico", señaló.
En el libro-entrevista Methol Ferré sostiene que el nuevo ateísmo "no es mesiánico sino libertino; no es revolucionario en sentido social sino cómplice del statu quo; no se interesa por la justicia sino por todo lo que permite cultivar un hedonismo radical. No es aristocrático, pero se transformó en un fenómeno de masas".
"La verdad del ateísmo libertino es la percepción de que la existencia tiene un íntimo destino de gozo, que la vida misma está hecha para una satisfacción. En otras palabras: el núcleo profundo del ateísmo libertino es una necesidad recóndita de belleza", escribió el filósofo.
Sin embargo, aclaró, este ateísmo "pervierte" la belleza, porque la "divorcia de la verdad y del bien, de la justicia". Pero, advirtió, "el ateísmo libertino no es una ideología; es una práctica. A una práctica es necesario oponer otra práctica; una práctica autoconsciente, se entiende, es decir, intelectualmente preparada".
"Históricamente la Iglesia es el único sujeto presente en la escena del mundo contemporáneo que puede hacer frente al ateísmo libertino. Para mí, sólo la Iglesia es verdaderamente posmoderna", afirma Methol Ferré.
Magister termina destacando la impresionante sintonía entre esta visión de Methol Ferré y el Pontificado de Francisco, con su rechazo "de la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que se imponen con insistencia" y con su insistencia en una Iglesia capaz de "hacer arder el corazón", de curar todo tipo de enfermedad y de herida, de retribuir felicidad.