Casi no pasa día sin que algún cristiano, o varios cristianos, sean asesinados por grupos terroristas islámicos en un país de África o fanáticos de sectas hindúes en la India. Hace unos días seis personas que asistían al oficio dominical en Mombasa, Kenia, murieron víctimas de un ataque armado contra la iglesia.
Hoy la agencia Fides informa que 109 fieles católicos fueron asesinados por ataques perpetrados por la secta Boko Haram en la diócesis de Maiduguri, la más grande de Nigeria, cuyo territorio incluye los estados del noreste de Borno y Yobe y un tercio del de Adamawa.
Lo denunció el Padre Gideon Obasagie, director de la Oficina de Comunicaciones de la diócesis de Maiduguri, en una conferencia de prensa celebrada en el Seminario Menor de Yola.
El Padre Obasagie señaló que a causa de la violencia de Boko Haram 107 niños quedaron huérfanos y 27 mujeres perdieron a sus maridos.
Estas cifras muestran que a pesar de la imposición del estado de emergencia en 2013, las acciones de Boko Haram se han intensificado en los últimos meses.
Según Mons. Oliver Dashe Doeme, Obispo de Maiduguri, desde 2009 a hoy 500 católicos fueron asesinados por Boko Haram en su diócesis.
Comparando esta cifra con la revelada por el Padre Obasagie, se observa que el 22% de los asesinatos se realizaron en los últimos meses.
El Padre Obasagie también denunció que muchos fieles fueron secuestrados durante el ataque de Boko Haram, y que el destino de los rehenes aún no se conoce.
Por otra parte, el Padre John James, párroco de St. Peter Pulka, afirmó que 23 iglesias fueron destruidas en la zona entre las localidades de Gwoza y Bama, en el estado de Borno.
El Rector del Seminario Menor de Chakawa recordó que el edificio del seminario fue atacado a pesar de que en la zona están presentes las fuerzas militares encargadas de proteger a los civiles.
Silencio de Occidente
No se sabe a ciencia cierta la cantidad de personas que mueren asesinadas por su condición de cristianos, sobre todo de católicos. Algunos misioneros sugieren que las víctimas pueden contarse por centenares anuales.
Pero lo que sorprende es el ominoso silencio de las agencias internacionales de prensa sobre estas muertes, tan solícitas sin embargo en informar sobre algún premio en el mundo de la farándula, o el último escándalo sexual de algún funcionario público.