El reciente hallazgo, presentado como una prueba de que el universo se expande a una velocidad más rápida que la de la luz, "ofrece un fuerte respaldo para las creencias bíblicas", aseguró Leslie Wickman, directora del Centro para la Investigación de la Ciencia en Azusa Pacific University.
Leslie Wickman también ha trabajado como ingeniera en Lockheed Martin Missile & Space, donde trabajó en el telescopio espacial Hubble de la NASA, y en programas de la Estación Espacial Internacional.
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En una columna publicada en CNN, Wickman explicó que "si el universo de hecho tuvo un comienzo, por la simple lógica de causa y efecto, tuvo que haber un agente -separado e independiente del efecto- que lo causara".
"La teoría prevalente de los orígenes cósmicos antes de la teoría del Big Bang era la del 'Estado sostenido', la cual afirmaba que el universo siempre había existido, sin un comienzo que necesitara una causa", indicó.
"Sin embargo, esta nueva evidencia fuertemente sugiere que hubo un comienzo para nuestro universo".
Esto, señaló la científica estadounidense, "me suena mucho a Génesis 1:1: 'En el principio Dios creó los cielos y la Tierra'".
"Entonces, este último descubrimiento es una buena noticia para nosotros los creyentes, ya que agrega un apoyo científico a la idea de que el universo fue causado -o creado- por algo o alguien fuera de él y que no dependía del mismo".
Leslie Wickman recordó que "el astrónomo ateo que se convirtió en agnóstico, Fred Hoyle, quien acuñó el famoso término 'Big Bang', hizo esta famosa declaración: 'Una interpretación con sentido común de los hechos sugiere que un superintelecto jugueteó con la física'".
"Como Hoyle lo vio, el Big Bang no fue una explosión caótica, sino más bien un evento altamente ordenado, uno que no pudo haber ocurrido por casualidad".
Además, dijo la científica, "debemos recordar que Dios se revela a sí mismo tanto a través de la escritura, como de la creación. El reto está en ver cómo se acoplan estos dos aspectos. Una mejor comprensión de cada uno puede informar nuestra comprensión del otro".
"No solo se trata de abrir la Biblia y leer cualquier cosa que encontremos allí desde la perspectiva estadounidense del siglo XXI. Tenemos que estudiar el contexto, la cultura, el género, al autor y a la audiencia original para entender la intención".
Wickman indicó que "sabemos que Génesis nunca tuvo la intención de ser un manual científico detallado, en el que se describe cómo Dios creó el universo. El mensaje que imparte es teológico, no científico".
"Imagina qué tan confusos serían los mensajes acerca de las ondas gravitacionales y la materia oscura para los antiguos lectores hebreos", bromeó.
Leslie Wickman señaló que "como científica y creyente moderna, cuando veo el cielo estrellado en una noche despejada, recuerdo que 'los cielos cuentan la gloria de Dios' (Salmo 19:1). Me siento maravillada ante la complejidad del mundo físico, y cómo todas las piezas encajan a la perfección y se encuentran en armonía".
"En el libro de Jeremías, en el Antiguo Testamento, el escritor nos cuenta que Dios 'estableció su pacto con el día y la noche y con las leyes del cielo y de la tierra'".
"Estas leyes físicas establecidas por Dios para gobernar las interacciones entre la materia y la energía resultan en un universo afinado con precisión que proporciona las condiciones ideales para que se desarrolle la vida en nuestro planeta".
Wickman escribió que "cuando observamos la complejidad del cosmos, desde las partículas subatómicas hasta la materia y la energía oscura, rápidamente concluimos que debe haber una explicación más satisfactoria que una simple casualidad. Si se practica adecuadamente, la ciencia puede ser un acto de adoración al ver a Dios revelarse a sí mismo en la naturaleza".
"Si Dios verdaderamente es el creador, entonces Él se revelará a través de lo que ha creado, y la ciencia es una herramienta que podemos usar para descubrir esas maravillas", concluyó.