El Cardenal Antonio María Rouco Varela ha abierto la Asamblea Plenaria que los Obispos españoles celebrarán desde el 11 de marzo hasta el próximo viernes 14. En ella elegirán al nuevo presidente de la Conferencia Episcopal y también se renovarán la gran mayoría de los cargos de los miembros del comité ejecutivo y de las comisiones y subcomisiones episcopales, con excepción del cargo de secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal que fue elegido recientemente y que ocupa el sacerdote Jose María Gil Tamayo.
El Cardenal ha hecho un repaso de las principales características de las Conferencias Episcopales, en especial de la española, a la que lleva al frente doce años. Ha repasado las asambleas plenarias y generales que se han llevado a cabo en los 50 años de vida de la CEE.
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Y ha recordado especialmente la Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos convocada por el beato Juan Pablo II en 1985 para evaluar la recepción del Concilio Vaticano II y que según ha afirmado "aportó un valioso impulso al desarrollo institucional de las Conferencias Episcopales".
El presidente del Episcopado aseguró que "las respuestas que nuestra Conferencia Episcopal ha ido dando a las exigencias de los tiempos se ven reflejadas en los grandes documentos que ha publicado en estos casi cincuenta años de vida", y ha ido subrayando los momentos más importantes de las más de 100 asambleas plenarias de la Conferencia Episcopal española y los retos que han ido afrontando así como su repercusión en la sociedad del momento.
El Cardenal recordó la primera visita de Juan Pablo II a España, en 1982, tras la que se redactó el primer Plan Pastoral en 1983. "La presencia y la enseñanza de aquel papa santo ayudaron mucho a situarse en una perspectiva evangelizadora ante un nuevo clima social y político, que era muy distinto del vivido en los años iniciales de la Conferencia", dijo.
El terrorismo y sus raíces en determinadas ideologías o los nacionalismos es uno de los principales problemas de España ante el cual la CEE ha intentado responder. "El problema había sido tocado ya en varios documentos anteriores. Pero teníamos pendiente una especie de deuda pastoral que era necesario saldar ante nuestra sociedad, que con razón pedía a los pastores de la Iglesia una mayor clarificación acerca del fenómeno del terrorismo, como ineludible aportación a la paz social y a la justicia para con las víctimas", ha explicado.
Por eso en noviembre del año 2002 la Asamblea Plenaria publicó la Instrucción pastoral titulada 'Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias' y ha afirmado que "el centro de este importante documento se halla en la descripción del objeto moral de la actividad terrorista y su calificación como intrínsecamente perversa y nunca justificable. Pero también fue importante la identificación de un cierto nacionalismo totalitario como matriz ideológica del terrorismo de ETA".
Ante la grave crisis económica que España ha sufrido en los últimos años, "la comunidad católica, movida por la creatividad y la discreción de la caridad, acompañó desde el principio a los que más la sufren de muchos modos prácticos y eficaces", entre los que el Cardenal Rouco destacó la creación de las Cáritas diocesanas y la culminación en el documento 'Declaración ante la crisis moral y económica' en la que apuntaba a las causas y a las víctimas de la crisis que posteriormente en el 2012 se amplió.
Además el presidente de la CEE ha asegurado que "los Obispos han situado el tratamiento de este tema en el marco de la honda crisis religiosa, moral y cultural a la que vienen prestando atención continuada desde hace años".
"La Conferencia Episcopal Española ha acompañado el paso de la vida social y política de nuestro país con especial atención, como era su obligación pastoral y como resultaba especialmente necesario en tiempos de muchos cambios y de muchos problemas", pero "su atención más constante, aunque tal vez menos llamativa para el gran público, ha estado dedicada a responder a las necesidades propias de la vida interna de la Iglesia, a orientar las actividades diocesanas con criterios compartidos y a los servicios que nuestras diócesis reclaman de un organismo de coordinación y orientación como es la Conferencia Episcopal", ha afirmado el Cardenal Rouco Varela.
Sobre la situación que atraviesa el matrimonio y la familia en España, el Cardenal asegura que "no son una realidad exclusiva o particular de los cristianos, sino que constituyen la célula básica de todo cuerpo social", pero "no son reconocidos ni protegidos por la sociedad ni por las leyes de modo adecuado a su naturaleza propia y a su relevancia humana".
La enseñanza de la religión católica en la escuela estatal y al derecho de los padres elegir la educación religiosa y moral de sus hijos ha sido otro de los puntos que el Cardenal ha querido destacar.
Y por eso ha asegurado ante la asamblea de los Obispos que "la gran tarea pendiente es la tarea de la misión, la tarea de la nueva evangelización, a la que nos invita con tanta convicción y capacidad de movilización del papa Francisco".
El Cardenal ha señalado algunos de los principales problemas que tiene la sociedad española, como "el envejecimiento alarmante de nuestra sociedad, el matrimonio y la familia atravesando una crisis profunda; la cultura disgregadora y materialista del tener y disfrutar se percibe en muchos campos, en particular, respecto de los inmigrantes, afectados, como también las clases medias, por la crisis cultural y económica".
Y ha subrayado que "la misma nación española se encuentra con graves problemas de identidad, amenazada por posibles rupturas insolidarias; el nivel intelectual del discurso público es más bien pobre, afectado por el relativismo y el emotivismo. Todo ello configura una situación cultural que bien podemos calificar de «postcristiana»".
Aunque ante estas dificultades el Cardenal Rouco Varela también ha dado motivos para la esperanza al señalar que existen actualmente en España: "Una nueva generación de sacerdotes y de laicos, en los nuevos movimientos eclesiales y en la vida consagrada, dispuestos al testimonio y a la evangelización, con humildad y sin complejos; familias y jóvenes cristianos comprometidos apostólicamente con su vocación, muchos abuelos que son verdaderos apóstoles y evangelizadores; una fe que mantiene sus hondas raíces en la conciencia popular, alimentada por la piedad del pueblo y por el ejercicio de la caridad con los más necesitados, aquí y en los países más pobres".